El miércoles 29 de octubre de 2025, el ejército de Israel realizó una serie de bombardeos aéreos en diferentes áreas de la Franja de Gaza, lo que resultó en la muerte de al menos 104 personas, según el Ministerio de Salud de Palestina. Entre las víctimas se encontraban 46 niños y al menos 20 mujeres, de acuerdo con informes médicos.
La versión oficial del ejército israelí indica que esta operación fue una represalia tras la muerte de un soldado israelí en un enfrentamiento en la zona de operaciones. Además, se justificó como respuesta a lo que se consideró una violación del alto al fuego que había estado vigente desde el 10 de octubre. Este cese de hostilidades fue mediado por los Estados Unidos y otros actores internacionales con el objetivo de poner fin a dos años de intensas confrontaciones entre Israel y Hamas.
Las fuerzas israelíes afirmaron que sus ataques se dirigieron a “puestos de mando, depósitos de armas, túneles y comandantes de Hamas”, incluyendo a un comandante implicado en el ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel. El ejército aseguró haber actuado con “decisión para eliminar cualquier amenaza al Estado de Israel”. Por su parte, el portavoz del Ministerio de Exteriores israelí declaró que “Hamas es responsable de las consecuencias por haber violado el acuerdo de cese de hostilidades”.
Desde Gaza, las autoridades locales responsabilizaron a Israel por los ataques a zonas civiles, incluidos campamentos de desplazados. Denunciaron que la devastación y el alto número de víctimas menores de edad evidencian el grave impacto de la operación. Los hospitales de Gaza han reportado un aumento en la cantidad de heridos y el colapso de las infraestructuras básicas de atención médica, especialmente para niños y mujeres.
El ataque ha sido calificado como uno de los episodios más trágicos desde el inicio del alto al fuego, resaltando el sufrimiento de la población civil en un conflicto donde la distinción entre áreas militares y residenciales se vuelve cada vez más difusa. Israel defiende su derecho a la defensa, mientras que organizaciones humanitarias y el gobierno de Gaza han elevado la alarma por el alarmante número de menores muertos y la necesidad urgente de contención y rendición de cuentas.
Las reacciones internacionales han sido inmediatas. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien supervisa el acuerdo de alto al fuego, afirmó que dicho pacto “no está en peligro”, aunque lamentó la muerte del soldado y afirmó que Israel tiene derecho a responder ante un ataque. Un representante de Qatar, uno de los mediadores del acuerdo, calificó el incidente como “muy decepcionante y frustrante” para los esfuerzos de paz.
Este episodio pone de manifiesto la fragilidad del alto al fuego y plantea serias dudas sobre su sostenibilidad.
































































