La situación en la Franja de Gaza se ha deteriorado drásticamente, a solo nueve días de haber comenzado un frágil alto al fuego. Este domingo, se reportaron nuevos ataques que han elevado las tensiones, con ambas partes acusándose mutuamente de haber violado el cese de hostilidades. En particular, la zona sur del enclave, en Rafah, fue escenario de enfrentamientos y bombardeos aéreos.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó los incidentes como una “violación flagrante” del acuerdo y ordenó a las fuerzas armadas responder “con fuerza”. Por su parte, Hamas negó cualquier responsabilidad y acusó a Israel de continuar operaciones militares que obstaculizan la recuperación de cuerpos en el área devastada.
El alto al fuego, negociado bajo la presión del expresidente estadounidense Donald Trump, había entrado en vigor el 10 de octubre de 2023, después de dos años de conflicto y un ataque sin precedentes por parte de Hamas que resultó en más de 1,200 muertes en Israel, en su mayoría civiles. En el marco de este acuerdo, Hamas se comprometió a liberar rehenes vivos y entregar los restos de los fallecidos a cambio de la excarcelación de casi 2,000 prisioneros palestinos.
A pesar de esta promesa, las tensiones han permanecido. Hasta ahora, Hamas ha entregado solo 12 de los 28 cuerpos prometidos, mientras que Israel ha indicado que no reabrirá el paso fronterizo de Rafah hasta recibir los restos restantes. Mientras las acusaciones se intensifican, la realidad en el terreno se tiñe de sangre, con informes que indican al menos 11 muertes en Gaza por ataques aéreos israelíes este domingo.
Según la Agencia de Defensa Civil de Gaza, seis de estas víctimas fueron atacadas en el norte del territorio mientras se encontraban en un grupo de civiles. El ejército israelí, aunque dijo que verificará los informes sobre las víctimas, confirmó que atacó infraestructuras de Hamas en Rafah tras un supuesto lanzamiento de misiles antitanque desde esa área.
Testigos palestinos han indicado la presencia de aviones de combate sobrevolando Rafah y reportaron al menos dos ataques aéreos en una zona supuestamente bajo control militar israelí. También se han registrado enfrentamientos entre miembros de Hamas y un grupo armado palestino no identificado, complicando la verificación de los hechos. El brazo armado de Hamas, sin embargo, aseguró que no estaba al tanto de ningún enfrentamiento en la región y atribuyó directamente a las fuerzas israelíes la ruptura de la tregua.
Mientras los combates se intensifican en el sur de Gaza, Netanyahu mantiene reuniones de emergencia con su gabinete de seguridad. En redes sociales, la tensión también se ha reflejado, donde el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, publicó “¡Guerra!” en su cuenta de X, aunque luego eliminó el mensaje. El ministro de Defensa, Israel Katz, advirtió que Hamas “pagará un alto precio” por cada ataque.
La crisis bélica se ve agravada por la catástrofe humanitaria en la región. Las agencias de la ONU han reiterado la necesidad de reabrir el paso de Rafah, crucial para permitir el ingreso de alimentos, medicinas y personal médico. Este cierre también obstaculiza las labores de recuperación de cuerpos entre los escombros, donde se estima que cerca de 10,000 cadáveres aún no han sido extraídos.
Tom Fletcher, director de operaciones humanitarias de la ONU, ha señalado que la reconstrucción de Gaza será una tarea monumental, en un contexto donde los servicios básicos han colapsado casi por completo. Según datos de la ONU y autoridades locales, la cifra de muertos en Gaza asciende a 67,967, la mayoría civiles, y 1,221 han fallecido en Israel desde el ataque del 7 de octubre de 2023. Además, se reportan 28 rehenes israelíes fallecidos en poder de Hamas, de los cuales solo se han recuperado 12 cuerpos. Más de 2 millones de personas están afectadas por la destrucción de infraestructura básica en Gaza.
A medida que el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, se prepara para visitar la región y evaluar el cumplimiento del acuerdo de alto al fuego, el conflicto entre Israel y Hamas demuestra nuevamente que cualquier intento de tregua es frágil y fácilmente quebrantable. La comunidad internacional observa con creciente preocupación cómo las vidas civiles continúan siendo la moneda de cambio en una guerra prolongada, donde la desconfianza, los intereses políticos y la falta de mecanismos eficaces de supervisión han convertido la paz en una ilusión.