El pasado sábado, miles de estadounidenses se unieron en la capital y en diversas comunidades del país bajo el lema “No Kings”. Esta jornada de protestas masivas refleja el descontento generalizado hacia la administración del presidente Donald Trump y lo que muchos consideran un avance hacia el autoritarismo.
Las movilizaciones se produjeron en medio de un cierre de gobierno que ha intensificado la tensión entre el poder ejecutivo y el Congreso. Este evento marcó la tercera gran movilización contra Trump desde su regreso a la Casa Blanca, uniendo a la oposición demócrata y sus aliados en un frente común.
Los manifestantes acusan al gobierno de Trump de quebrantar el equilibrio de poderes, enfrentándose de manera agresiva a otras ramas del gobierno. En respuesta, el Partido Republicano ha descalificado las protestas, tildándolas de “odio a Estados Unidos” y atacando a los participantes.
Los protestantes llenaron lugares emblemáticos, como Times Square en Nueva York, Boston Commons, Grant Park en Chicago y la capital. Muchos de ellos portaban carteles con mensajes de resistencia, tales como “Nada es más patriótico que protestar” y “Resiste al fascismo”, convirtiendo las manifestaciones en una suerte de fiesta callejera con música y disfraces.
En Washington, un manifestante llamado Brian Reymann, quien ondeaba una gran bandera estadounidense, expresó su frustración por ser etiquetado como “terrorista” y “antipatriota” por los republicanos. “Esto es Estados Unidos. No estoy de acuerdo con su política, pero no creo que no amen a este país. Creo que están equivocados. Pienso que tienen hambre de poder”, afirmó.
En Nueva York, miles de personas en Times Square gritaban “Trump debe irse ahora”, mientras denunciaban sus políticas de inmigración y sus acciones que limitan la libertad de expresión. Los organizadores, incluyendo al cofundador de Indivisible, Ezra Levin, buscan consolidar un movimiento de oposición robusto. Levin destacó el aumento en la participación, mencionando que la primera jornada de “No Kings” contó con 2,100 ubicaciones registradas, superando las 1,300 de la marcha anterior. “No hay mayor amenaza para un régimen autoritario que el poder del pueblo patriótico”, sostuvo Levin.
Por otro lado, líderes republicanos, como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, han intentado deslegitimar las protestas, llamando a los asistentes “comunistas” y “marxistas”. Johnson instó a la población a “ver lo que llamamos la manifestación de odio a Estados Unidos, que ocurrirá el sábado”.
A pesar de las críticas, senadores demócratas destacados, como Chuck Schumer y el independiente Bernie Sanders, se unieron a las marchas, viendo en el cierre del gobierno una oportunidad para oponerse a lo que consideran el autoritarismo de Trump. El senador demócrata Chris Murphy expresó: “Trump realmente piensa que es un rey… y piensa que puede actuar de manera más corrupta cuando el gobierno está cerrado. Pero no puede hacerlo”.
Trump, quien declaró en Fox News que “no soy un rey”, pasó el sábado en su residencia de Mar-a-Lago, donde también se anticipaban protestas.
