El gobierno de Estados Unidos ha intensificado su estrategia migratoria al confirmar que esta semana se llevarán a cabo redadas en Chicago y otras ciudades santuario. El zar fronterizo de la Casa Blanca, Tom Homan, calificó estas áreas como “problemáticas”, generando preocupación entre los residentes que temen ser blanco de las autoridades migratorias.
Operaciones previas y el clima de temor
Este anuncio llega tras una operación masiva en una planta de fabricación de Hyundai en el sureste de Georgia, donde cientos de inmigrantes fueron detenidos el pasado jueves. La situación ha llevado a que activistas y organizaciones locales se movilicen para informar a las personas sobre sus derechos frente a los agentes de inmigración. Durante el fin de semana, varios eventos públicos fueron cancelados como medida de precaución.
Las autoridades de Chicago han estado monitoreando de cerca las advertencias sobre la llegada de redadas federales. La realidad es que, a pesar de los esfuerzos de la ciudad por prepararse, la amenaza se ha extendido más allá de sus fronteras, impactando a comunidades vulnerables a lo largo del país.
Reacción de las ciudades y despliegue de la Guardia Nacional
Ante la posibilidad de una nueva ola de redadas migratorias, algunas ciudades están considerando la opción de que el presidente Trump despliegue tropas de la Guardia Nacional para combatir la delincuencia. En Washington, más de 2,200 efectivos armados han estado presentes durante semanas, lo que ha generado una respuesta judicial de funcionarios locales. Estos demandan al presidente por supuestas violaciones a la Constitución y a la ley federal al enviar tropas sin el consentimiento de los líderes locales.
La situación es tensa y llama la atención sobre la política migratoria actual del gobierno estadounidense, que parece estar aumentando la presión sobre las comunidades inmigrantes. Con la proximidad de estas redadas, el futuro de muchas familias se encuentra en un punto crítico, en medio de un clima de incertidumbre y miedo.