A 24 años de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York, las secuelas en la salud de miles de personas expuestas a la nube tóxica que se generó siguen siendo una grave preocupación. Estudios recientes indican que la inhalación de polvo, escombros y materiales peligrosos liberados tras el colapso ha elevado el riesgo a largo plazo de desarrollar enfermedades respiratorias, cardiovasculares, gastrointestinales y cancerígenas entre rescatistas, trabajadores, residentes y transeúntes.
Impacto de la exposición a tóxicos
El colapso de las torres liberó una columna de polvo tóxico que cubrió el Bajo Manhattan, en la cual se encontraban sustancias como asbesto pulverizado, metales pesados como arsénico, berilio y cadmio, además de otros químicos peligrosos. Miles de personas estuvieron expuestas directamente el 11 de septiembre o en los meses siguientes durante labores de rescate y limpieza, quedando bajo una continua inhalación de estas sustancias.
Una exposición irritante relativamente breve al polvo y a los productos de combustión durante el colapso del World Trade Center podría causar inflamación persistente en las superficies mucosas del sistema aerodigestivo. Esto puede provocar lesiones pulmonares, sinusitis y reflujo gastroesofágico, afirmó el Dr. Michael D. Weiden, profesor de medicina y medicina ambiental en la Grossman School of Medicine de la Universidad de Nueva York.
Enfermedades prevalentes entre los afectados
El asma, enfermedad crónica caracterizada por inflamación y estrechamiento de las vías respiratorias, ha sido una de las condiciones más comunes diagnosticadas. Más del 17% de los socorristas y supervivientes presenta asma, con síntomas que incluyen tos persistente, dificultad para respirar y opresión en el pecho.
Un estudio publicado en Injury Epidemiology reveló que las personas heridas o expuestas a la nube de polvo tienen más del doble de riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas a largo plazo, además de un 30% más de probabilidades de sufrir asma u otras enfermedades pulmonares. Este panorama es alarmante y refleja la gravedad de las secuelas del 11-S.
La exposición a agentes carcinógenos presentes en el polvo y humo, como el asbesto y el hollín, ha provocado un incremento significativo de cánceres pulmonares entre los afectados. El cáncer de pulmón se ha convertido en el quinto cáncer más común certificado como relacionado con el 11-S, lo que subraya la importancia de seguir monitoreando la salud de quienes estuvieron en riesgo.
La realidad es que las secuelas de aquel trágico día siguen afectando a miles de personas, y es crucial que se mantenga la atención y el apoyo a los sobrevivientes y rescatistas que enfrentan estas serias condiciones de salud.