El supertifón Ragasa ha provocado la muerte de al menos tres personas y ha dejado a nueve heridas en Filipinas en las últimas horas. Esta tormenta es considerada la más intensa del año en la región y ha causado la desaparición de cinco individuos desde que tocó tierra el pasado lunes en el norte del archipiélago.
Las autoridades locales activaron protocolos de emergencia, lo que llevó a la evacuación de 17,562 ciudadanos como medida preventiva. Las consecuencias de Ragasa han sido devastadoras, incluyendo inundaciones, deslizamientos de tierra y daños severos a la infraestructura, especialmente en la provincia de Cagayan, donde se reportaron los primeros daños críticos.
Según los informes oficiales, el supertifón llegó con vientos sostenidos de 215 kilómetros por hora y ráfagas que superaron los 265 km/h. La Agencia Meteorológica de Filipinas (PAGASA) comunicó que, aunque Ragasa ha perdido algo de intensidad, todavía presenta vientos significativos, alcanzando hasta 230 km/h, lo que representa una amenaza continua para las áreas afectadas.
Ante la persistente amenaza de desastres naturales, las autoridades han suspendido clases presenciales en varias provincias por segundo día consecutivo. Además, en otras partes del sudeste asiático, como Taiwán, se activaron alertas y más de 7,600 personas fueron evacuadas de regiones en riesgo.
Con el avance de Ragasa hacia el sur de China, se llevaron a cabo evacuaciones preventivas en la ciudad de Shenzhen, donde 400,000 personas fueron trasladadas de áreas de alto riesgo. Los servicios de transporte ferroviario y aéreo en la zona metropolitana fueron suspendidos, y también se cancelaron las clases en el distrito.
Los especialistas advierten que el sistema mantiene vientos sostenidos de hasta 260 km/h y lluvias que podrían acumular 300 milímetros, lo que ha llevado a que se activen los niveles más altos de alerta y coordinación de emergencias en la región.
Este evento meteorológico revive la memoria de desastres recientes en el sudeste asiático. En 2023, Filipinas sufrió el embate de seis tormentas tropicales en un corto período, resultando en al menos 164 muertes y más de 10 millones de personas afectadas. La serie de ciclones forzó la evacuación de más de 650,000 habitantes de áreas vulnerables.
La trayectoria de Ragasa coincide con la temporada de lluvias que se extiende de junio a noviembre, durante la cual el país enfrenta un promedio de veinte tifones o tormentas tropicales cada año. Este suceso ocurre en un contexto de tensión social en Filipinas, donde las protestas aumentaron debido a denuncias de corrupción en proyectos de control de inundaciones, muchos de los cuales se habían anunciado como finalizados pero que resultaron ser deficientes o incompletos.
A medida que la tormenta avanza hacia el continente asiático, los equipos de emergencia en Filipinas y China llevan a cabo operaciones de búsqueda y asistencia humanitaria, instando a la población a seguir las recomendaciones oficiales para garantizar su seguridad y minimizar el impacto de Ragasa.