El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con desplegar la Guardia Nacional en Baltimore, Maryland, como parte de su estrategia para combatir la delincuencia y la inmigración, replicando acciones previas en otras ciudades. Este anuncio ha provocado una ola de críticas, especialmente de gobernadores demócratas y líderes locales, quienes consideran que estas medidas son tácticas de miedo.
Respuesta de gobernadores y líderes locales
El gobernador de Maryland, Wes Moore, no tardó en criticar el plan de Trump, describiendo sus afirmaciones como una muestra de ignorancia. Moore, quien ha trabajado para reducir la criminalidad en su estado, invitó al presidente a visitar Baltimore para que conozca la realidad del combate a la delincuencia. En la misma línea, el gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, y el alcalde de Chicago, Brandon Johnson, han rechazado la idea de enviar tropas a sus territorios, subrayando que Chicago ha logrado reducir los homicidios en un 8% en 2024 en comparación con el año anterior.
Trump justificó su propuesta argumentando que algunas ciudades, como Baltimore, están “fuera de control y plagadas de delincuencia”, una afirmación que muchos consideran exagerada. La realidad es que Baltimore ha estado trabajando en sus propios planes de seguridad, lo que ha generado una tensión palpable entre el gobierno federal y los líderes estatales.
Conflictos sobre el uso de fuerzas federales
Este no es el primer despliegue de tropas que realiza Trump; en junio envió a 4,000 miembros de la Guardia Nacional y 700 marines a Los Ángeles, a pesar de las objeciones de las autoridades locales. El presidente ha afirmado que este tipo de intervenciones son necesarias para mejorar la seguridad en las ciudades, reiterando que Chicago y Nueva York también recibirán apoyo federal similar al de Washington D.C..
Frente a las críticas, Trump se mostró desafiante y aseguró desde la Casa Blanca: “Vamos a hacer nuestras ciudades muy, muy seguras”. Sin embargo, la respuesta de Wes Moore fue contundente, destacando que la tasa de homicidios en Maryland ha disminuido más del 20% desde su gobierno, y cuestionando la narrativa catastrófica que plantea el presidente.
La situación en Baltimore refleja una creciente tensión entre el gobierno federal y los líderes estatales, quienes abogan por enfoques más integrales y menos militarizados para abordar la criminalidad, un tema que sigue siendo crítico en la agenda política de Estados Unidos.
