El 10 de septiembre, una explosión devastadora en Iztapalapa, Ciudad de México, cobró la vida de Jesús Joel Tovar García, expolicía originario de la comunidad Vicente Guerrero, en Venustiano Carranza, Puebla. Tovar, conocido por su amor al fútbol, se encontraba dentro del vehículo de la empresa donde trabajaba, al terminar su jornada laboral, cuando ocurrió la tragedia.
La explosión se registró a las 14:20 horas mientras una pipa de gas LP, que transportaba 49 mil litros de combustible y provenía de Tuxpan, Veracruz, circulaba por el puente de La Concordia. Al intentar incorporarse a la autopista México-Puebla, el vehículo perdió el control y se impactó contra los muros de contención, lo que provocó una fuga considerable de gas.
Detalles del incidente
La fuga se produjo en la parte frontal izquierda de la pipa, generando un diámetro de expansión de 180 metros debido a la acumulación de gas. Esta situación culminó en una chispa que desencadenó la explosión, dejando un saldo trágico de al menos 20 personas muertas. Inicialmente, las autoridades poblanas habían descartado la posibilidad de víctimas originarias del estado, pero el fin de semana posterior al accidente, familiares de Tovar confirmaron su fallecimiento.
Los restos de Jesús Joel Tovar fueron entregados a su familia el 14 de septiembre y, dos días después, el 16 de septiembre, sus seres queridos llevaron a cabo una emotiva ceremonia de despedida en un panteón de Venustiano Carranza.
Este trágico suceso ha dejado una profunda huella en la comunidad poblana, que llora la pérdida de un hombre que, más allá de ser un expolicía, era un apasionado del fútbol y un querido amigo y familiar. La realidad es que esta tragedia no solo afecta a las víctimas, sino también a sus familias y a toda la sociedad que observa con preocupación la seguridad en el transporte de materiales peligrosos.
