La Glorieta de las y los Desaparecidos, anteriormente conocida como Glorieta de los Niños Héroes, se ha transformado en un espacio emblemático que refleja no solo el patrimonio arquitectónico y cultural de Guadalajara, sino también la lucha social en torno a la problemática de las desapariciones en México. Este monumento, que se sitúa en el cruce de las calles Mariano Otero, Niños Héroes y Chapultepec, fue inaugurado en 1951 y ha sido un punto de reunión para familiares y colectivos de víctimas de desaparición.
La construcción de la glorieta fue obra del escultor guanajuatense Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig y del arquitecto Vicente Morales Mendiola, quienes dieron vida a una estructura que honra la memoria de seis cadetes mexicanos caídos en 1847 durante la invasión estadounidense. En su centro se levanta una columna de 50 metros, con estatuas en su base y la figura de la Madre Patria en la parte superior.
Con el paso del tiempo, la glorieta ha sufrido daños que han requerido su rehabilitación. Recientemente, la Unidad de Gestión de Riesgos de la Coordinación Municipal de Protección Civil de Guadalajara identificó daños en el monumento, lo que llevó a un proceso de restauración en colaboración con colectivos de desaparecidos. Este trabajo conjunto ha asegurado que las manifestaciones y lonas en honor a las víctimas permanecieran visibles durante el proceso de rehabilitación.
Desde su renombramiento hace ocho años, la Glorieta de las y los Desaparecidos ha cobrado un nuevo significado. Se ha convertido en un punto de encuentro no solo para las familias que buscan a sus seres queridos, sino también para diversas manifestaciones sociales, incluidas las marchas feministas y LGBTQ+. La fundadora del colectivo Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos de Jalisco, Guadalupe Aguilar, expresó la importancia de este espacio: “Es un lugar de memoria, que nos obliga a contar lo que nos ha pasado”.
Además de ser un sitio de lucha, la glorieta simboliza el progreso histórico de Guadalajara, que en la década de 1950 experimentaba un crecimiento notable en su urbanización y desarrollo. La modernización de la ciudad, impulsada por el gobierno estatal, incluyó no solo la glorieta, sino también otras obras importantes que buscaban reflejar la identidad nacional.
Hoy, la Glorieta de las y los Desaparecidos continúa siendo un faro de esperanza y un símbolo de la resistencia ante la crisis de desapariciones que afecta a México, recordando que cada nombre y rostro representa una historia y una familia que busca justicia.