La noche del pasado lunes, se conmemoró un año más del inicio de la Independencia de México, un evento que marcó el comienzo de un movimiento social significativo. Hace 215 años, Miguel Hidalgo y un grupo de insurgentes encendieron la llama de la libertad, lo que nos permitió recuperar nuestra soberanía y forjar una identidad nacional.
De este acontecimiento histórico se pueden extraer lecciones valiosas que siguen vigentes hoy. La primera lección se relaciona con la democracia y la responsabilidad que conlleva. En 1810 no nació la democracia moderna, sino el derecho a decidir nuestro propio destino como ciudadanos. Esta idea fundamental ha evolucionado y es ahora la base de nuestra vida pública, donde el poder reside en la ciudadanía, que somos todos y no solo un grupo selecto.
Así, al hablar de independencia, también estamos hablando de responsabilidad democrática. Esta implica cuidar el Estado de derecho, exigir justicia de manera firme pero respetuosa, cumplir con la ley y fortalecer nuestras instituciones. Es crucial entender que la diversidad de opiniones enriquece nuestra nación y que silenciar a quienes piensan diferente puede llevar a la pérdida de nuestra identidad y libertad colectiva. Históricamente, muchas dictaduras han explotado divisiones internas para imponer visiones que restringen derechos y libertades.
La segunda lección se centra en la unidad dentro de la diversidad. Los primeros insurgentes no eran homogéneos; provenían de distintos orígenes y tenían diferentes visiones. Sin embargo, se unieron por una causa común: la dignidad y la libertad. Hoy, es nuestra responsabilidad honrar ese legado mostrando respeto hacia cada individuo en nuestro país. Es fundamental discutir con civilidad, argumentar con fundamento y escuchar sin descalificaciones. La unidad que México necesita no es uniformidad, sino la convicción de que el desacuerdo civilizado construye, mientras que la polarización destruye.
La tercera lección es que la Independencia no es un evento del pasado que solo recordamos cada mes de septiembre. Es un movimiento vivo que requiere nuestra atención y cuidado. La lucha que comenzó en 1810 sigue siendo relevante y necesita ser alimentada. Mantener y vivir nuestra soberanía está presente en cada decisión que tomamos para fortalecer nuestras instituciones, en la solidaridad para reducir las desigualdades sociales, y en la defensa de la verdad frente a la desinformación. Ser patriota no se limita a celebrar con fuegos artificiales y comida; se construye a diario con nuestras acciones.
Por todo lo anterior, invito a todos a reflexionar sobre el significado de la Independencia. Esta vive en nosotros cuando entendemos que la libertad, la pluralidad y la democracia requieren de un compromiso tanto individual como colectivo. Espero que estas fiestas patrias nos motiven a ser un ejemplo de diálogo y servicio, demostrando con acciones la grandeza de nuestra nación. Recordemos siempre la certeza que Vicente Guerrero dejó en la historia: “La Patria es primero”, entendiendo que la patria es la suma de lo que somos juntos.