Más de 250 empresas proveedoras de servicios petroleros en Estados Unidos han hecho un llamado urgente a la Comisión de Seguridad y Protección (CSP) para que se resuelva la deuda de 1,854 millones de dólares que Petróleos Mexicanos (Pemex) tiene pendiente con sus afiliados. Esta situación ha generado un clima de incertidumbre entre las empresas afectadas, que dependen de estos pagos para mantener sus operaciones y empleos.
Las empresas, que abarcan desde contratistas de perforación hasta proveedores de tecnología, han solicitado una reunión inmediata con los directivos de Pemex para discutir la situación. La suma adeudada representa una carga significativa para estas compañías, muchas de las cuales han enfrentado dificultades económicas en los últimos años debido a la caída de los precios del petróleo y la pandemia de COVID-19.
El atraso en los pagos no solo afecta a las empresas estadounidenses, sino que también tiene repercusiones en la cadena de suministro y en la estabilidad del sector energético en México. Según reportes, algunas de estas empresas han tenido que reducir personal o incluso cerrar operaciones debido a la falta de liquidez provocada por esta deuda.
En respuesta a la presión ejercida por la CSP y las empresas afectadas, Pemex ha indicado que está trabajando en un plan para regularizar los pagos. Sin embargo, las promesas de solución han sido insuficientes para calmar la preocupación de los proveedores, quienes exigen un cronograma claro de pagos y un compromiso firme de la empresa estatal.
La situación ha puesto de manifiesto las tensiones que existen entre Pemex y sus proveedores, un tema recurrente en la industria energética mexicana. A pesar de ser una de las empresas más grandes de América Latina, Pemex ha enfrentado críticas por su gestión financiera y operativa, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre su capacidad para cumplir con sus obligaciones contractuales.
Los líderes de las empresas proveedoras han hecho hincapié en que la regularización de estos pagos es crucial no solo para la viabilidad de sus negocios, sino también para la recuperación económica de la industria petrolera en su conjunto. El sector, que ha sido un pilar de la economía mexicana, se encuentra en una encrucijada y necesita estabilidad financiera para poder contribuir al crecimiento del país.
Los próximos días serán cruciales para la resolución de esta problemática, ya que las empresas proveedoras han dejado claro que están dispuestas a tomar medidas más drásticas si no obtienen respuestas satisfactorias. La presión está sobre Pemex para que actúe rápidamente y aborde esta situación que podría tener un impacto más amplio en las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos.