CULIACÁN, Sin.- La violencia en Culiacán ha alcanzado niveles alarmantes tras el asesinato de dos policías en un lapso de 24 horas. El más reciente ataque ocurrió en la colonia Libertad, donde un elemento de la Policía Municipal, identificado como Ricardo Eleno “N”, fue abatido por un grupo armado mientras se encontraba fuera de servicio. Este trágico suceso resalta la creciente inseguridad que enfrenta la ciudad, ya que el ataque contra Eleno es el segundo en menos de un día.
De acuerdo a la información disponible, el agente de 44 años se encontraba conduciendo una camioneta roja por la Avenida Maquio Clouthier cuando fue perseguido a balazos por hombres armados en varios vehículos. A pesar de que logró evadir los disparos durante algunos minutos, las balas de fusiles automáticos lo alcanzaron, lo que provocó que la unidad que manejaba perdiera el control y quedara en sentido contrario a la circulación.
La respuesta de las autoridades fue rápida, y elementos de diversas corporaciones policiacas, junto con el ejército, llegaron al lugar tras recibir reportes sobre detonaciones de armas de fuego. Una vez en la escena, confirmaron que Ricardo Eleno “N” había sido la víctima de este ataque. Este hecho es un claro reflejo de la violencia que se ha intensificado en Culiacán, donde el trabajo de las fuerzas de seguridad se ha vuelto cada vez más peligroso.
El día anterior al asesinato de Eleno, otro ataque había cobrado la vida de Cristóbal David “El comandante Nitro”, quien era el comandante de la Policía Estatal Preventiva. Este atentado ocurrió en el boulevard Pedro Infante, una de las principales arterias de la ciudad, donde, mientras conducía en compañía de su esposa, fue atacado con disparos provenientes de tres ángulos distintos. A pesar de que su vehículo Volkswagen Tigua contaba con blindaje en los cristales, los agresores lograron causar daños fatales.
La esposa del comandante Nitro resultó herida en el ataque, lo que añade un elemento de tragedia personal a un suceso que ya es devastador para la comunidad policial. Este ataque, al igual que el de Ricardo Eleno, pone de manifiesto la creciente impunidad que enfrentan los miembros de las fuerzas de seguridad en la región, quienes a menudo se convierten en blanco de la violencia criminal.
Las autoridades locales han condenado estos actos de violencia y han prometido investigar a fondo ambos casos. Sin embargo, la pregunta que persiste entre los ciudadanos es cómo se podrá restaurar la seguridad en una ciudad que ha sido azotada por la delincuencia organizada en los últimos años. La sensación de vulnerabilidad es palpable, y muchos habitantes de Culiacán exigen medidas más efectivas para proteger a quienes arriesgan sus vidas en el cumplimiento de su deber.
A medida que la situación de seguridad se deteriora, la comunidad enfrenta un futuro incierto. La violencia no solo afecta a los agentes de seguridad, sino que también crea un ambiente de miedo y desconfianza entre los ciudadanos. La necesidad de un cambio es urgente, y las autoridades deben actuar con rapidez y determinación para restablecer la paz social en la región.
En este contexto, los asesinatos de Ricardo Eleno y Cristóbal David no son solo cifras en una estadística de criminalidad, sino recordatorios trágicos de la realidad que vive Culiacán y de la lucha constante que enfrentan las fuerzas de seguridad en su compromiso por proteger a la ciudadanía.