Benjamín Alfonso, actor de la serie En el barro, compartió su experiencia al enfrentar el desafío de interpretar un papel complejo en esta nueva producción, un spin-off de El Marginal. En una charla amena en el programa Almorzando con Juana (Eltrece), Alfonso reveló cómo llegó a este proyecto tras un inesperado viaje y las emociones intensas que le generó abordar escenas de violencia.
Un viaje inesperado hacia un papel desafiante
“Uno no puede entrar en el barro sin salir embarrado”, comentó Alfonso, quien admitió que al leer el guion, sintió un nudo en el estómago: “Dije… Yo no sé si puedo hacer esto”. Su participación en la producción de Netflix marcó un punto de inflexión en su carrera. Tras un descanso en Nicaragua para surfear, recibió la llamada que lo invitó a sumarse al proyecto: “Me saqué un pasaje, me fui a Nicaragua, estaba surfeando maravillosamente y me llaman a decirme: ‘Che, tenés un personaje para En el barro’”.
Alfonso recordó cómo se preparó para las primeras escenas, donde su apariencia fue modificada: “Me bajaron un poco la barba, el pelo, todo, y salimos a grabar”. La historia explora el universo de una cárcel de mujeres, en la que comparte pantalla con figuras como Valentina Zenere, quien interpreta a su expareja. “Tenía una pareja con una relación muy, muy tóxica”, explicó. La intensidad emocional de varias situaciones es palpable: “Ella termina en cana por la relación que tenía conmigo… hay escenas fuertes”.
La carga emocional de un papel complejo
Benjamín, consciente de la carga emocional que su personaje conlleva, decidió buscar apoyo profesional antes de iniciar el rodaje. “Llamé a mi counselor, llamé a mi terapeuta, llamé a una coach, Consuelo Summers, una divina. Le dije: ‘Necesito hablar, porque yo ya sé que sí, pero necesito saber por qué sí’”. La intensidad del personaje y el contexto de la serie lo llevaron a dudar sobre aceptar el rol. “Hoy está estigmatizado mucho todo lo del feminismo y uno piensa ‘a ver si esto me termina salpicando por alguna cosa’”, comentó Alfonso, aunque logró separar su trabajo actoral de sus preocupaciones personales.
Durante la grabación, el apoyo de sus compañeros fue fundamental. “Valentina, la verdad que es un amor, me dio mucha seguridad en todo lo que yo tenía que hacer”, reveló. Esta relación de confianza permitió que las escenas fuertes se grabaran con tranquilidad. “Yo estaba todo el día: ‘¿Estás bien? ¿Estás cómoda? ¿Estás bien?’. Esa preocupación constante por el bienestar en el set generó bromas internas: “En algún momento casi me miran y dicen: ‘Basta’… No me preguntes más cómo estoy”.
En el ciclo de Juana Viale, Alfonso compartió una visión sincera sobre los desafíos de su carrera y las decisiones personales que ha tomado frente a la inestabilidad laboral. “Cuando siento el miedo, en vez de asustarme y salir desesperado a buscar trabajo, digo ‘me voy a surfear’. Si no hay trabajo, luego me voy a descansar y hacer a mí lo que más me gusta”, explicó sobre su particular manera de enfrentar la incertidumbre en la industria.
El actor también relató cómo su carrera lo llevó a distintos países. “Estaba viviendo en México. Me fui a vivir a México porque no había trabajo. Llegué allá y grabé una película. Tuve la oportunidad y quedé. Fue excelente, con una actriz divina, Ana de la Reguera, que yo la admiro un montón”, recordó. Luego, mencionó su regreso a Argentina para nuevos proyectos y la naturaleza dinámica de la vida artística: “Ya no sé dónde estoy viviendo. No soy de aquí, no soy de allá. O soy de aquí y soy de allá también”.
La búsqueda constante de desafíos y la decisión de asumir solo trabajos que lo motiven se han convertido en el motor de su carrera. “Hoy por hoy necesito más que nada elegir todo lo que hago. No voy así como va el viento. Digo: ‘¿en qué me puede sumar? ¿En qué no?’”, concluyó Benjamín Alfonso, reafirmando su compromiso con su arte y su bienestar personal.
