El primer ministro de Nepal, Sharma Oli, ha presentado su dimisión en medio de una intensa ola de protestas que han dejado al menos 19 muertos y cientos de heridos. Las manifestaciones estallaron en respuesta a la prohibición del acceso a las principales redes sociales y al creciente descontento por la corrupción del gobierno. A pesar de su negativa inicial a renunciar, Oli decidió dar un paso al lado en un intento de calmar la situación que se ha intensificado, especialmente en Katmandú, donde las protestas continúan.
Dimisiones en el gabinete y represión
La renuncia de Oli se produce tras la dimisión del ministro de Agricultura, Ramnath Adhikari, quien criticó la “respuesta autoritaria” del gobierno ante las manifestaciones. Adhikari enfatizó que el uso de fuerza letal por parte de las fuerzas de seguridad contra civiles no puede ser tolerado y afirmó que el estado está optando por un modelo autoritario en lugar de uno democrático. Este clima de violencia ha llevado a que la situación se vuelva crítica, con la suspensión de vuelos en el Aeropuerto Internacional Tribhuvan de Katmandú debido a las tensiones.
A medida que las protestas se intensifican, los manifestantes han incendiado propiedades gubernamentales, incluido un complejo oficial del gobierno y la sede del Partido Congreso Nepalí. A pesar de la imposición de toques de queda en varios distritos desde las 20:30 horas, los ciudadanos siguen saliendo a las calles, exigiendo la renuncia de todo el gabinete.
Impacto de la represión y la crítica internacional
Las medidas implementadas por las fuerzas de seguridad han generado severas críticas de organizaciones de derechos humanos. La portavoz de la ONU, Ravina Shamdasani, advirtió sobre el uso “innecesario y desproporcionado de la fuerza” y la necesidad de investigaciones transparentes sobre las muertes. Por su parte, Human Rights Watch condenó la violencia ejercida por las autoridades y pidió una investigación imparcial para llevar a los responsables ante la justicia.
La situación actual en Nepal es tensa y volátil, con un creciente número de jóvenes al frente de las manifestaciones, quienes claman por un cambio real y una democracia genuina. La violencia y represión han llamado la atención internacional, y los líderes de derechos humanos instan al gobierno a reconocer el derecho de los ciudadanos a protestar pacíficamente.
La renuncia de Sharma Oli marca un momento decisivo en la política nepalí, donde la lucha por la democracia y los derechos humanos se vuelve cada vez más crítica en medio de un contexto de violencia y descontento social.