En Guaymas, la lucha por el control de los comités seccionales de Morena ha encendido un fuego interno que refleja la intensa pugna por el poder dentro del partido. Mientras a nivel nacional se especula que esta reestructuración busca debilitar la influencia de Andy López Beltrán, quien aspira a ser el candidato presidencial en 2030, en la localidad, la guerra entre facciones es evidente.
Fracturas internas y estrategias políticas
La situación ha escalado a un enfrentamiento abierto entre los grupos liderados por Heriberto Aguilar y la presidenta municipal Karla Córdova. Ambos tienen sus propios candidatos para la alcaldía en 2027: Tino Sarabia, apoyado por los heribertistas, y el tesorero Daniel Apodaca, respaldado por los karlistas. En este contexto, el diputado local Sebastián Orduño se mueve entre las facciones, buscando posicionarse de la mejor manera posible.
La complejidad de la lucha se intensifica con la participación de Javier Carrizalez, rector de la Universidad Tecnológica de Guaymas, quien ha convertido a la institución en un bastión del heribertismo, utilizando a maestros y empleados como activistas. Se ha reportado que Carrizalez ha hecho declaraciones contundentes, afirmando que “aquí todos van a hacer lo que yo quiera”, evidenciando su control sobre el personal académico.
Consecuencias para el futuro político en Sonora
Con la mirada puesta en las elecciones de 2027, la lucha por los comités seccionales se convierte en una arena decisiva, donde se decidirán candidatos y posibles gobernaturas. La situación es aún más crítica al contemplar que en Sonora se disputarán 17 gubernaturas, con Zacatecas y San Luis Potosí como focos rojos, especialmente debido a la rivalidad entre el Clan Monreal y otros grupos.
La reciente visita de Claudia Sheinbaum a Sonora, en calidad de jefa del partido, ha añadido más tensión. Durante su visita, Javier Lamarque, alcalde de Cajeme, no dudó en solicitar su apoyo para su candidatura, generando descontento en el gobernador Alfonso Durazo, quien está atento a los movimientos de sus correligionarios. Este clima de intriga y competencia interna pone en riesgo la cohesión del partido y su capacidad para mantener el legado obradorista.
Así, mientras las facciones morenistas pelean por el control de los seccionales, la pregunta que queda en el aire es quién realmente se beneficiará de esta lucha y cómo afectará al futuro del partido y del estado de Sonora.