El exdirector del FBI, James Comey, se declaró no culpable este miércoles de los cargos de obstrucción a una comisión de investigación del Congreso y falso testimonio. Este caso ha sido interpretado por muchos como una represalia del presidente Donald Trump.
Durante una audiencia en un tribunal federal en Alexandria, las afueras de Washington, el abogado de Comey, Patrick Fitzgerald, presentó la declaración de no culpable del exjefe del FBI. Fitzgerald anticipó que solicitará la desestimación del caso, argumentando que se trata de un proceso judicial motivado por venganza.
El juez Michael Nachmanoff estableció el 5 de enero como fecha para el inicio del juicio. Comey solo respondió “sí, su señoría, muchas gracias” cuando se le preguntó si entendía los cargos en su contra.
Comey, quien fue destituido por Trump en 2017 mientras el FBI investigaba la posible injerencia rusa en las elecciones de 2016, ha sido considerado un blanco de represalias por parte del mandatario. En septiembre, Trump expresó su sorpresa por la falta de acusaciones contra Comey y criticó al fiscal del distrito de Virginia, Erik Siebert, por su aparente falta de acción en este caso.
Trump sustituyó rápidamente a Siebert por Lindsey Halligan, una asesora de la Casa Blanca sin experiencia previa en el ámbito fiscal. Halligan fue la responsable de iniciar las acciones legales que llevaron a la imputación de Comey, quien tiene 64 años, el 25 de septiembre, en relación con su testimonio ante el Senado en septiembre de 2020.
Se le acusa específicamente de haber negado ante el Senado que hubiese autorizado a su adjunto a hablar de manera anónima con los medios sobre investigaciones sensibles del FBI. Si es hallado culpable, Comey podría enfrentar una pena de hasta cinco años de prisión.
Tras el anuncio de la acusación, Trump se congratuló en su red social Truth Social, describiendo a Comey como “uno de los peores seres humanos a los que este país ha estado expuesto”. Comey, por su parte, respondió con determinación, afirmando que “no tengo miedo” y que “el miedo es el arma de los tiranos”.
Después de la destitución de Comey, la investigación sobre la injerencia rusa fue asumida por el fiscal especial Robert Mueller, quien concluyó que no existían pruebas suficientes de colusión entre Moscú y el equipo de Trump, aunque identificó presiones preocupantes ejercidas por el presidente sobre la investigación.
