Los residuos plásticos, lejos de ser solo un problema ambiental, constituyen un registro arqueológico valioso que documenta comportamientos y actividades humanas en un momento crucial de la historia. Según datos de la ONU, se producen 400 millones de toneladas de plástico cada año, lo que representa una de las mayores amenazas para el medio ambiente. Este impacto no solo afecta a la naturaleza, sino que las partículas microplásticas han infiltrado a humanos, animales y plantas, convirtiéndose en un tema urgente que merece atención.
Una nueva perspectiva sobre los plásticos
El profesor John Schofield, de la Universidad de York y autor principal de un estudio reciente, sostiene que los plásticos no solo deben ser vistos como un legado tóxico, sino también como un valioso archivo que cuenta la historia de la era moderna. “Es fácil ver los plásticos como un legado tóxico y la causa del daño ambiental, lo cual, por supuesto, es cierto. Pero como arqueólogos, también podemos verlos desde una perspectiva completamente distinta”, explicó Schofield.
Los plásticos están presentes en todos los rincones del planeta, desde las profundidades del océano hasta las altas montañas, y su resistencia y toxicidad son características preocupantes, ya que se descomponen continuamente, llegando eventualmente a la nanoescala. Este fenómeno plantea un desafío para la sociedad, que debe cuestionar cómo interpretar un registro arqueológico que, aunque documenta actividades humanas, también es un contaminante peligroso.
La Era Plástica y su impacto
El estudio, publicado en la revista Cambridge Prisms: Plastics, reúne a un equipo interdisciplinario de investigadores de arqueología, historia, química y ciencias de la tierra en Flinders. Examina cómo la Era Plástica, iniciada en la década de 1950, se ha entrelazado con otros problemas globales contemporáneos, como el consumismo, la destrucción del hábitat y la quema de combustibles fósiles. Los autores argumentan que la arqueología tiene un papel fundamental para arrojar luz sobre los procesos de contaminación plástica y para crear un registro de los comportamientos humanos actuales.
La arqueología, en los últimos años, ha ampliado su definición. No solo estudia el pasado más remoto, sino también cómo las sociedades contemporáneas interactúan con su entorno a través de la cultura material que dejan atrás. Este enfoque permite considerar el medio ambiente como un archivo arqueológico, cuyo estudio puede contribuir a la reducción de la contaminación por plásticos.
Los investigadores sugieren que es fundamental centrar las intervenciones en el momento en que los plásticos pasan del uso cotidiano al desecho, promoviendo así una comprensión más profunda de nuestra relación con estos materiales y su impacto en el planeta.