El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido restringir el uso del Tylenol, un conocido analgésico y antipirético, recomendando que las mujeres embarazadas y los recién nacidos eviten su consumo. Esta medida surge de su asociación del medicamento con el autismo, a pesar de las numerosas críticas que recibe de la comunidad médica, que considera el paracetamol como seguro y a menudo necesario para tratar problemas de salud durante el embarazo.
Durante una reciente conferencia, Trump repitió en varias ocasiones la advertencia: “no consuman Tylenol, no se lo den a los niños”, oficializando así su postura acerca del medicamento. La administración de Trump ha comenzado a vincular el paracetamol con un aumento en los casos de autismo en el país. Según la Red de Monitoreo del Autismo y las Discapacidades, 1 de cada 31 niños en Estados Unidos es diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA), cifra que ha aumentado en comparación con años anteriores.
Crisis del autismo y la posición de Trump
Trump ha calificado la situación como una “crisis terrible”, responsabilizando al Tylenol y ordenando que su etiquetado incluya advertencias en centros de venta. El mandatario ha argumentado que no hay desventajas en evitar el medicamento durante el embarazo, sugiriendo que su uso debería limitarse a casos de “fiebres extremas” y siempre bajo indicación médica.
En un comentario controversial, Trump mencionó un rumor sobre la falta de Tylenol en Cuba y su supuesta relación con la baja incidencia de autismo en ese país. Este tipo de declaraciones han sido objeto de críticas y escepticismo en el ámbito médico.
Reacciones de la comunidad médica y evidencia científica
En respuesta a las afirmaciones de Trump, el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos emitió un comunicado defendiendo el uso del paracetamol, señalando que las condiciones que se tratan durante el embarazo presentan riesgos mucho mayores que cualquier preocupación teórica relacionada con el medicamento. El doctor Steven J. Fleischman, presidente de la organización, enfatizó que “Trump y Kennedy se equivocan”.
El epidemiólogo Eric Ding también se pronunció en contra de las afirmaciones del presidente, citando un estudio de Suecia que analizó a 2.4 millones de niños y concluyó que el uso de paracetamol durante el embarazo no incrementa el riesgo de autismo. Sin embargo, otro estudio de la Escuela de Medicina de Icahn del Mount Sinai sugiere que la exposición prenatal al paracetamol podría estar relacionada con un aumento de trastornos del neurodesarrollo.
Posición de la farmacéutica Kenvue
Kenvue, la compañía que produce Tylenol, rechazó las declaraciones de Trump, afirmando que “discrepamos rotundamente de cualquier sugerencia contraria a la ciencia independiente”. Melissa Witt, portavoz de la farmacéutica, expresó su preocupación por el impacto que estas declaraciones pueden tener en la salud de las futuras madres.
Tylenol ha sido durante décadas uno de los analgésicos más utilizados en Estados Unidos, con millones de consumidores que confían en su eficacia para aliviar el dolor y la fiebre. Desde su lanzamiento en 1955, se ha posicionado como una alternativa más segura que la aspirina, que había sido relacionada con diversos efectos adversos.