El acoso escolar se ha identificado como un factor determinante en el desarrollo de trastornos de la alimentación, según un estudio reciente de la investigadora de la Universidad de Castilla-La Mancha, María Martínez López, publicado en la revista ‘Retos’. Este trabajo revela una conexión alarmante entre las víctimas de acoso y el surgimiento de problemas psicológicos que pueden llevar a la anorexia, bulimia y trastornos por atracón.
Impacto psicológico en las víctimas
Los hallazgos indican que quienes sufren acoso escolar enfrentan consecuencias severas, como ansiedad, depresión y baja autoestima. La percepción distorsionada de su propio cuerpo, resultado del acoso constante, potencia estas condiciones. “Los estándares estéticos irreales, impulsados por redes sociales, incrementan la probabilidad de desarrollar una imagen corporal negativa”, señala la investigadora.
El estudio revisó 283 artículos, de los cuales se incluyeron 32 que evidencian esta relación. Las víctimas han manifestado que las comparaciones sociales y la presión por cumplir con ideales físicos contribuyen de manera significativa a su sufrimiento.
Prevención y educación como solución
Martínez López destaca la urgencia de implementar programas de prevención del acoso escolar que involucren a docentes, familias y profesionales de la salud. La educación física se presenta como un ambiente protector, promoviendo la autoestima y hábitos de vida saludables a través del juego y la cooperación. “Es esencial actualizar los instrumentos de evaluación para adaptarlos a las realidades sociales actuales”, enfatiza.
La investigación, co-dirigida por los profesores Pedro Gil Madrona e Isabel María Gómez Barreto, y el colaborador Carlos Montoya Fernández, propone un enfoque integral en la prevención del acoso escolar, considerando su relación con trastornos de la alimentación.
El estudio utilizó el Método PRISMA para analizar la literatura existente, buscando conexiones directas entre el acoso escolar y los trastornos de la alimentación. “Cuando la violencia, ya sea a través de acoso o ciberacoso, afecta el aspecto físico, las víctimas intentan cambiar esas características que les ‘provocan’ el acoso”, explica Martínez.
El desarrollo de este primer estudio es crucial para abordar una problemática que afecta a muchos jóvenes en México. La autora concluye que el acoso escolar es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, subrayando la necesidad de estrategias de intervención efectivas.
