El alcohol ha estado presente en la vida humana desde tiempos inmemoriales, desempeñando un papel crucial en la socialización. Al acercarse el fin de año, es común que se celebren fiestas y reuniones, y con ello surge la frase “yo solo soy bebedor social” entre quienes consumen alcohol. Esta declaración a menudo es una forma de negar una posible dependencia o alcoholismo.
La negación de los excesos en el consumo de alcohol puede llevar a un aumento gradual en la cantidad de bebida, lo que, sin el conocimiento del individuo, puede culminar en una adicción. En México, las consecuencias son alarmantes: la cirrosis alcohólica representa la tercera causa de muerte en hombres y la séptima en mujeres, superando incluso a la cirrosis causada por hepatitis. Según la fuente, cada 40 minutos, una persona pierde la vida a causa del alcohol, lo que equivale a más de 13 mil muertes al año. Además, el alcohol es responsable del 8.9% de los accidentes automovilísticos, y el 40% de los decesos en accidentes viales están relacionados con el consumo de esta sustancia, situando a México en el séptimo lugar mundial en accidentes por intoxicación alcohólica.
El impacto bioquímico del alcohol
Es importante reconocer una realidad bioquímica que pocos comprenden, aunque muchos la han experimentado. Al beber alcohol por primera vez, es común sentir malestar, mareos o náuseas. Sin embargo, con el tiempo, el cuerpo desarrolla una mayor tolerancia, y las personas empiezan a consumir cantidades más altas sin sentir los síntomas iniciales, cayendo en el alcoholismo mientras insisten en ser “bebedores sociales”.
Esto se debe a que el hígado humano, al nacer, carece de una enzima crucial para descomponer el alcohol conocida como deshidrogenasa alcohólica. Esta enzima comienza a producirse cuando la persona ingiere alcohol por primera vez. A medida que el consumo continúa, la cantidad de deshidrogenasa en el hígado aumenta, permitiendo que se toleren mayores cantidades de alcohol. Sin embargo, este consumo excesivo deteriora gradualmente las células hepáticas, lo que explica las cifras alarmantes de accidentes y muertes mencionadas anteriormente.
Responsabilidad personal y salud
Una persona puede disfrutar del alcohol en moderación, pero es vital que reconozca cuánto está bebiendo. Si no puedes identificar cuándo es suficiente, es recomendable preguntar a un amigo o familiar sobre tu consumo. Ellos pueden ofrecer una perspectiva honesta sobre tus hábitos.
La salud es una responsabilidad individual. Es fundamental cuidarla, ya que es la única que se tiene a lo largo de la vida. En este cierre de año, deseo que tanto tú como aquellos que amas encuentren la felicidad y que en 2026 se realicen todos sus sueños y proyectos.
Columnista: Rafael Álvarez Cordero






























































