La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta sobre la rápida propagación de la fiebre de Oropouche, una enfermedad viral que ha afectado a 12,786 personas en 11 países de América en lo que va del año 2025. Este brote, transmitido por el jején Culicoides paraensis, ha encendido las alarmas entre las autoridades sanitarias debido a la ausencia de una vacuna o tratamiento específico, lo que complica aún más su control.
Desde el 1 de enero hasta el 27 de julio de este año, Brasil ha sido el país más afectado, concentrando la mayor parte de los contagios con 11,888 casos. Las regiones de Espírito Santo y Río de Janeiro son las más críticas, registrando cinco defunciones y reportes de complicaciones neurológicas, así como muertes fetales que se encuentran bajo investigación. Además, se han documentado casos en Panamá (501), Perú (330), Cuba (28), Colombia (26), Venezuela (5) y Guyana (1), además de casos importados en Uruguay, Chile, Canadá y Estados Unidos.
El avance de la fiebre de Oropouche resulta preocupante, especialmente porque la enfermedad ha llegado a zonas no endémicas. Este fenómeno se atribuye a factores como el cambio climático, la deforestación y la urbanización en áreas que anteriormente eran selváticas. En 2024, la región había acumulado 16,239 casos y cuatro muertes, pero la expansión en el presente año ha superado las expectativas.
Manifestaciones clínicas y complicaciones
La OPS advierte que los síntomas de la fiebre de Oropouche incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, dolor muscular y articular. En algunos casos, los pacientes experimentan náuseas, vómito y sensibilidad a la luz. Aunque la recuperación suele ocurrir en un plazo de dos a tres semanas, hasta el 60% de los afectados puede presentar recaídas. En situaciones poco comunes, la enfermedad puede desencadenar meningitis o encefalitis, y se está investigando su posible relación con afectaciones en fetos en mujeres embarazadas.
Frente a esta situación, los gobiernos de la región han intensificado sus esfuerzos en la vigilancia epidemiológica. La OPS recomienda medidas como el control de vectores, que incluye la eliminación de criaderos y maleza, así como la protección personal mediante el uso de repelentes que contengan DEET, IR3535 o icaridina, además de ropa protectora y mosquiteros de malla fina. La atención clínica debe ser temprana, facilitando la diferenciación de la fiebre de Oropouche de otros arbovirus, como el dengue.
En este contexto, es crucial que la cooperación entre países se fortalezca para frenar la propagación del virus. La OPS subraya la importancia de proteger a las poblaciones más vulnerables, especialmente en un momento en que circulan otros virus transmitidos por mosquitos, lo que complica aún más la situación sanitaria en la región.
La fiebre de Oropouche es un recordatorio de los desafíos que enfrentan los sistemas de salud en América Latina, donde la combinación de factores ambientales y sociales puede facilitar la aparición y el avance de enfermedades infecciosas. La prevención y la atención oportuna son elementos clave para evitar que este brote se convierta en una crisis de salud pública más severa.
