El dolor crónico no oncológico afecta a millones de mexicanos y puede deteriorar significativamente su calidad de vida. En muchos casos, se recurre a los opioides, medicamentos potentes que, aunque útiles en situaciones específicas, pueden acarrear dependencia y otros efectos negativos si se utilizan a largo plazo.
El aumento del uso de opioides
En las últimas décadas, el uso de opioides ha crecido de manera alarmante, incluso en circunstancias donde existen alternativas más seguras. En México, el acceso a estos fármacos se ha incrementado, pero no siempre bajo estricta supervisión médica. Esto ha llevado a una situación preocupante: personas que comenzaron con una receta para aliviar su dolor terminan dependiendo de un medicamento del que es difícil desprenderse.
De acuerdo con Ainoa Olivares Martínez, enfermera y defensora de la salud integrativa, es vital promover la “deprescripción”, un proceso que implica la retirada gradual y controlada de opioides cuando ya no son necesarios. Este enfoque debe ser individualizado y siempre acompañado por un equipo médico, ya que puede haber síntomas de abstinencia o un aumento inicial del dolor.
Alternativas seguras y efectivas
Lo más relevante es que existen numerosas alternativas eficaces para tratar el dolor crónico sin necesidad de recurrir a opioides. Esto incluye una combinación de enfoques farmacológicos y no farmacológicos. Medicamentos como antiinflamatorios, antidepresivos o antiepilépticos pueden ser útiles, dependiendo del tipo de dolor que se presente.
Más allá de las pastillas, hay terapias que han demostrado eficacia, como la fisioterapia, el ejercicio adaptado, la terapia psicológica, el mindfulness, la acupuntura, y la musicoterapia, entre otras. Estas opciones no solo ayudan a aliviar el dolor, sino que también mejoran el estado emocional, la calidad del sueño y la funcionalidad del paciente.
La participación de los profesionales de la enfermería es crucial en este proceso. Están en contacto directo con los pacientes y pueden identificar signos de dependencia, efectos secundarios, y brindar apoyo emocional. Además, juegan un papel fundamental en la educación sanitaria, promoviendo tratamientos más humanos y sostenibles.
Es esencial visibilizar la realidad del uso excesivo de opioides en personas con dolor crónico y la necesidad urgente de adoptar enfoques más integrales. El objetivo no debe ser eliminar el dolor a toda costa, sino ayudar a las personas a vivir mejor con un acompañamiento continuo y un enfoque que priorice su bienestar.