La malaria sigue siendo una preocupación en el sureste de México, con un total de 84 casos confirmados en lo que va del año 2025, según el último informe de la Secretaría de Salud correspondiente a la “Semana epidemiológica 28”. Este incremento en los casos refleja la persistencia de la enfermedad, que es transmitida por la picadura de un mosquito infectado con el parásito Plasmodium.
El año anterior, 2024, se registraron 265 casos de malaria en diversos estados, siendo Chihuahua, Campeche, Oaxaca y Chiapas los más afectados. En este contexto, Chiapas y Oaxaca continúan liderando la lista de los estados con mayor número de infecciones. Hasta la fecha, se ha reportado un caso en Oaxaca y 83 en Chiapas, lo que subraya la necesidad de intensificar la vigilancia y prevención en estas regiones.
Las autoridades sanitarias han informado que el periodo de incubación de la malaria oscila entre 10 a 15 días tras la picadura del mosquito. Durante este tiempo, es crucial estar alertas a los síntomas que pueden aparecer, tales como fiebre, vómitos, dolor de cabeza, sudoración y escalofríos. Estos signos son fundamentales para un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, que puede ser decisivo en la evolución de la enfermedad.
En respuesta a la situación, la Secretaría de Salud ha instado a la población a tomar medidas preventivas para evitar contagios. Entre las recomendaciones se destaca el uso de mosquiteros tratados con insecticida, la fumigación constante de espacios interiores y la aplicación de repelentes de insectos en la piel. La prevención es la clave para controlar la propagación de esta enfermedad, especialmente en los estados más vulnerables.
La malaria, también conocida como paludismo, ha sido un problema de salud pública en diversas regiones de México, y la tendencia de los últimos años señala que la situación podría empeorar si no se implementan estrategias efectivas de control. De acuerdo con las estadísticas de la Secretaría de Salud, los estados más afectados en los últimos tres años han sido Campeche, Chiapas, Chihuahua, Oaxaca, Sinaloa y Tabasco.
Es fundamental que tanto las autoridades como la población trabajen de la mano para mitigar los efectos de esta enfermedad. La educación sobre la malaria y la concienciación acerca de sus riesgos y métodos de prevención son esenciales para reducir la transmisión y proteger a las comunidades más expuestas.
Con el objetivo de fortalecer la respuesta ante esta situación, se espera que las autoridades sanitarias continúen monitoreando los casos y reforzando las campañas de prevención en las zonas de alto riesgo. La colaboración de todos es vital para enfrentar este desafío de salud pública y garantizar el bienestar de la población en el sureste de México.
