El interés por los probióticos ha aumentado significativamente en los últimos años, impulsado por estudios que sugieren su capacidad para prevenir enfermedades como la diabetes y ciertos tipos de cáncer, además de mejorar la salud digestiva y reforzar el sistema inmunológico. Estos microorganismos vivos, presentes tanto en alimentos como en suplementos, son esenciales para el equilibrio de la microbiota intestinal, lo cual afecta directamente el bienestar general del organismo.
El consumo diario de probióticos ha sido objeto de múltiples investigaciones debido a sus posibles efectos positivos sobre la salud intestinal y general. Se define a los probióticos como microorganismos que, al ser ingeridos en cantidades adecuadas, pueden ofrecer beneficios al organismo, principalmente en relación con el equilibrio de la microbiota intestinal.
Efectos a corto y largo plazo
Entre los efectos a corto plazo, se destaca la mejora en síntomas de trastornos digestivos funcionales, como la hinchazón o el malestar abdominal. También se ha observado una reducción en la duración y gravedad de las diarreas, ya sean infecciosas o asociadas al uso de antibióticos, así como un apoyo en el restablecimiento del equilibrio de la flora intestinal tras episodios de gastroenteritis.
En términos de efectos a largo plazo, algunos estudios sugieren un posible fortalecimiento del sistema inmunológico gracias al equilibrio alcanzado en la microbiota. Además, se plantea la posibilidad de que el consumo regular de probióticos disminuya el riesgo de enfermedades inflamatorias intestinales, como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. También hay indicios de que pueden contribuir a la prevención de infecciones recurrentes del tracto urinario y vaginal, y mejorar la tolerancia a la lactosa en personas con intolerancia leve. Algunas evidencias indican que los probióticos podrían tener efectos positivos sobre el estado de ánimo y la salud mental, dada la relación entre el intestino y el cerebro.
Precauciones y contraindicaciones
Es importante tener en cuenta que personas inmunosuprimidas, aquellas con enfermedades graves o que hayan sido trasplantadas, deben evitar la suplementación con probióticos sin la supervisión de un médico, ya que existe un bajo pero posible riesgo de infecciones oportunistas. Asimismo, en algunos casos, el consumo de probióticos puede provocar síntomas digestivos leves, como gases o distensión abdominal, que generalmente desaparecen con el tiempo.
Para obtener una valoración personalizada y adecuada a cada caso, se recomienda siempre consultar a un profesional de la salud.
¿Para qué sirven los probióticos?
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH), los probióticos desempeñan un papel crucial en el aparato digestivo, donde impactan en el microbioma intestinal, una comunidad de microorganismos que habita en el intestino grueso. Su función principal es proteger el sistema digestivo contra bacterias nocivas y optimizar la función intestinal. Diversos estudios científicos respaldan los beneficios de los probióticos en la prevención de enfermedades como la diabetes, el cáncer de mama y el cáncer de colon, así como su capacidad para mejorar la digestión y fortalecer las defensas del cuerpo.
La inclusión de probióticos en la dieta puede lograrse a través de una amplia variedad de alimentos, aunque su disponibilidad puede variar según la región. El yogur, especialmente en sus versiones griega, kéfir y búlgara, se destaca como una de las fuentes más accesibles. Estos productos lácteos fermentados contienen bacterias del ácido láctico y bifidobacterias, que son responsables de los efectos beneficiosos. Sin embargo, es fundamental seleccionar yogures que indiquen en su etiquetado la presencia de cultivos activos o vivos, ya que no todos los yogures comerciales los contienen.