Un estudio reciente ha desafiado la creencia común sobre el funcionamiento del cerebro tras una amputación: el mapa corporal se mantiene inalterado, incluso después de perder una extremidad. Este hallazgo, publicado en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, podría tener profundas implicaciones para el tratamiento del dolor del miembro fantasma y el desarrollo de prótesis más avanzadas.
Hasta la fecha, se pensaba que el cerebro reorganizaba su estructura a raíz de una amputación, reasignando funciones de la zona afectada a áreas vecinas. Sin embargo, un equipo de investigadores de las universidades de Cambridge y Pittsburgh realizó un estudio que demostró que los mapas cerebrales de tres pacientes, analizados antes y después de la amputación de una mano, no mostraron signos de reorganización, incluso cinco años después de la cirugía.
Resultados sorprendentes y su significado
Los científicos utilizaron imágenes cerebrales para observar la actividad mientras los pacientes realizaban movimientos simples con los dedos y fruncían los labios. Tras la amputación, repitieron el procedimiento y notaron que la activación cerebral correspondiente a la mano perdida seguía presente. A esto se suma un análisis de 26 personas que habían perdido una extremidad hace más de dos décadas, quienes también mostraron una notable estabilidad en sus patrones cerebrales.
Esto plantea una explicación sobre el por qué los tratamientos que buscan reentrenar al cerebro para “olvidar” la extremidad han tenido resultados limitados. Según los investigadores, una posible alternativa terapéutica más efectiva podría ser modificar la técnica de amputación para reconectar nervios en músculos o piel, evitando así señales erróneas al cerebro. Uno de los pacientes que se sometió a este enfoque innovador dejó de sentir dolor, en contraste con otros dos que recibieron tratamiento convencional.
El futuro de la sensibilidad y el control prostético
El descubrimiento sugiere que restaurar la sensibilidad y el control de las prótesis mediante el cerebro podría ser más factible de lo que se pensaba. Según los investigadores, el siguiente reto es lograr que el cerebro pueda distinguir detalles como textura, forma o temperatura, para ofrecer una experiencia sensorial más completa.
La corteza somatosensorial del cerebro contiene un mapa corporal detallado que, a pesar de la pérdida física, permite que muchas personas continúen sintiendo su extremidad amputada, a menudo experimentando picor o dolor. Este fenómeno resalta la complejidad de la conexión entre el cuerpo y el cerebro, y abre nuevas vías para el desarrollo de tecnologías que mejoren la calidad de vida de quienes han sufrido amputaciones.