La acumulación de grasa en el hígado es un problema creciente que se ha intensificado tras los excesos del verano, afectando a un número alarmante de personas. Se estima que aproximadamente el 25% de los españoles sufren de hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés), y la tendencia es que esta cifra siga aumentando en los próximos años debido a factores como la obesidad y el sedentarismo.
Una enfermedad silenciosa y creciente
El hígado graso es una enfermedad crónica que avanza de manera silenciosa, acumulando grasa en el hígado sin mostrar síntomas evidentes. Esta condición puede llevar a consecuencias graves, como hepatitis, fibrosis hepática e incluso cirrosis o cáncer de hígado. La doctora Rocío Aller de la Fuente, directora científica del Instituto de Endocrinología y Nutrición de Valladolid y miembro de la Asociación Española para el Estudio del Hígado, advierte que este tipo de cáncer puede surgir incluso en pacientes sin cirrosis.
Los factores que contribuyen al desarrollo del hígado graso incluyen hábitos poco saludables, el sedentarismo y la genética, pero la dieta moderna es la principal culpable. En un contexto donde la mayoría de las comidas son ultraprocesadas, la situación se agrava. “La alimentación actual está llena de alimentos procesados que pueden causar cambios en el genoma, desembocando en varias enfermedades, incluido el cáncer”, señala la doctora Aller.
Prevención y tratamiento
No existe un tratamiento específico para el hígado graso no alcohólico; la única solución viable es un cambio en el estilo de vida, especialmente una intervención dietética que incluya una alimentación saludable, como la dieta mediterránea. La doctora Aller recalca que “actuar desde la niñez es vital”, ya que un 30% de los niños en España padecen obesidad, lo que los hace más susceptibles a esta enfermedad en el futuro.
El enfoque debe ser claro: prevenir el sobrepeso y promover hábitos alimenticios saludables desde temprana edad. Si bien la falta de tratamiento específico puede ser desalentadora, una dieta adecuada y la actividad física son esenciales para combatir esta epidemia silenciosa. La realidad es que el hígado graso no solo es un problema de adultos; los niños también están en riesgo, lo que llama a la acción a padres y educadores.
En este sentido, es crucial que la población esté informada sobre la importancia de un estilo de vida saludable, no solo para prevenir el hígado graso, sino para combatir la creciente incidencia de enfermedades metabólicas que amenazan la salud pública en el país.