El 3 de julio de 2025, coincidiendo con el 77 aniversario del Servicio Nacional de Salud (NHS) en el Reino Unido, se presentará el ambicioso Plan de Salud a 10 años para Inglaterra. Este proyecto, que marca el inicio del gobierno laborista de Keir Starmer, no solo busca reformas dentro del sistema sanitario, sino que pretende abordar la salud pública de manera integral, abarcando diferentes aspectos que trascienden el NHS.
Inglaterra, que representa el 81.6% de la población del Reino Unido, se encuentra en el centro de este plan. A diferencia de otros proyectos que incluyen al conjunto del Reino Unido, este se enfoca exclusivamente en Inglaterra, lo que podría significar un cambio significativo en la forma en que se gestionan los servicios de salud en el país. El plan se basa en cuatro principios fundamentales: cobertura universal, gratuidad en el punto de uso, atención basada en la necesidad y financiación a través de impuestos generales. Estos principios son comunes a muchos sistemas de salud en países desarrollados, pero el enfoque específico del NHS en la gratuidad y el acceso sin copagos presenta un contraste notable con otras naciones europeas.
Desde su creación, el NHS ha experimentado un proceso constante de reformas, comenzando con la nacionalización de hospitales y la creación de una atención primaria independiente. A lo largo de las décadas, diversas administraciones han implementado cambios significativos, desde la introducción de un mercado interno en los años 80 hasta la creación de NHS England en 2012. Sin embargo, el contexto actual exige una nueva revisión que se alinee con las necesidades contemporáneas de salud pública.
La elaboración del nuevo plan se ha desarrollado en tres fases. Primero, un informe independiente por Lord Darzi, quien destacó que el NHS enfrenta una situación crítica, aunque con signos vitales aún robustos. En segundo lugar, se llevó a cabo un proceso de consulta masivo que involucró a más de 17,000 personas y generó 250,000 aportaciones a través de una plataforma digital. Finalmente, el gobierno ha consolidado las ideas en un plan que, aunque bien recibido en términos generales, ha sido criticado por su falta de especificidad en la implementación.
Entre las críticas más recurrentes se encuentra la percepción de que el plan es más una visión que un conjunto de acciones concretas. Expertos del sector plantean preocupaciones sobre la efectividad de los Equipos Integrados de Vecindad y la posibilidad de que no logren las reducciones esperadas en la actividad hospitalaria. Además, la promesa de la NHS App y otros avances tecnológicos se enfrenta a la realidad de que el historial del NHS en la implementación de nuevas tecnologías ha sido mixto, con múltiples promesas incumplidas en el pasado.
Por otro lado, la situación del Sistema Nacional de Salud en España contrasta notablemente. Desde la Ley General de Sanidad de 1986, que transformó el antiguo sistema de Seguridad Social, las reformas han sido escasas y han enfrentado una fuerte resistencia tanto desde el ámbito administrativo como sindical. La falta de un empuje hacia la innovación y la modernización ha dejado al sistema español en una posición vulnerable, incapaz de adaptarse a las demandas actuales de la población.
La experiencia del NHS en su camino hacia la reforma ofrece lecciones valiosas para España. Un aspecto crucial es la necesidad de un liderazgo claro y decidido que no solo facilite la consulta, sino que también asuma la responsabilidad final de las decisiones. El reciente intento de reformas en el País Vasco y Cataluña muestra cómo la delegación de la responsabilidad puede llevar a confusiones y a un estancamiento en la implementación.
El Plan de Salud a 10 años para Inglaterra representa una oportunidad para repensar la forma en que se aborda la salud pública. Al considerar tanto los éxitos como los fracasos de los sistemas de salud en el pasado, tanto en el Reino Unido como en España, es posible trazar un camino hacia un futuro más eficiente y equitativo en la atención sanitaria.
En resumen, mientras Inglaterra se prepara para implementar su plan de salud, España debe mirar hacia el norte y aprender de las lecciones que surgen de este proceso. La salud pública no es solo una cuestión de infraestructura, sino de visión, liderazgo y la capacidad de adaptarse a un mundo en constante cambio. La ambición del nuevo plan del NHS podría ser el catalizador necesario para un cambio significativo en la salud pública, no solo en Inglaterra, sino también como un ejemplo a seguir por otros países.
