La kombucha, el popular té fermentado que ha ganado adeptos en todo el mundo, sigue generando controversia respecto a sus beneficios para la salud. Aunque muchos la adoran por su sabor y supuestas propiedades, la ciencia detrás de estas afirmaciones es aún limitada y, en ocasiones, contradictoria.
¿Qué es la kombucha?
La kombucha se elabora con té, azúcar y un cultivo simbiotico de bacterias y levaduras conocido como SCOBY (por sus siglas en inglés). Durante el proceso de fermentación, la levadura transforma el azúcar en alcohol y dióxido de carbono, resultando en una bebida burbujeante. Posteriormente, las bacterias convierten la mayoría del alcohol en ácidos, dándole un sabor característico que muchos describen como avinagrado.
En términos de contenido, la kombucha contiene cafeína, compuestos vegetales saludables llamados polifenoles y un contenido de alcohol inferior al 0.5% en las versiones comerciales. A pesar de ser naturalmente baja en azúcar, algunos productores añaden más para mejorar su sabor, lo que puede elevar su contenido calórico.
Beneficios y evidencias científicas
Algunos estudios iniciales en animales han sugerido que la kombucha podría ayudar a reducir la inflamación y mejorar el control del azúcar en sangre. Sin embargo, los ensayos clínicos en humanos son escasos y han mostrado resultados dispares. Por ejemplo, en un estudio controlado aleatorio de 2024 con 60 personas con sobrepeso, no se observó pérdida de peso significativa en quienes consumieron 200 mililitros de kombucha al día durante 10 semanas.
Otro ensayo limitado, realizado en el mismo año, involucró a 16 participantes que tomaron dos tazas de kombucha al día durante cuatro semanas, pero no hubo mejoras en sus niveles de presión arterial, colesterol o inflamación comparados con quienes no la consumieron.
A pesar de estos resultados, algunos estudios han señalado que la kombucha puede tener un efecto positivo en los niveles de azúcar en sangre. En 2023, se observó que 11 adultos sanos que consumieron kombucha junto con su comida presentaron respuestas de azúcar en sangre un 20% más bajas en comparación con otras bebidas.
Además, un estudio en personas con diabetes de tipo 2 reportó que una taza diaria de kombucha durante cuatro semanas redujo significativamente los niveles de azúcar en sangre en ayunas, aunque el número de participantes fue muy pequeño, solo 12 individuos, lo que limita las conclusiones.
Recomendaciones de expertos
Los especialistas, como Justin Sonnenburg de Stanford, son cautelosos al exagerar los beneficios de la kombucha. Sin embargo, muchos coinciden en que, si se elige una versión baja en azúcar, probablemente no sea perjudicial y podría ser una opción más saludable que los refrescos azucarados.
Al momento de adquirir kombucha en tiendas, es recomendable seleccionar aquellas con una lista corta de ingredientes: solo té, azúcar y, ocasionalmente, jugo de fruta, hierbas o especias. Se deben evitar las que contienen altos niveles de azúcares añadidos.
Si decides preparar tu propia kombucha, Heather Hallen-Adams sugiere comprar un SCOBY en una tienda confiable y seguir estrictamente las instrucciones de preparación para evitar contaminaciones. Algunos casos de enfermedades graves han sido reportados, especialmente en bebidas elaboradas en casa, incluyendo lesiones hepáticas y acidosis.
En conclusión, aunque la kombucha puede ofrecer ciertos beneficios, es fundamental abordar sus propiedades con un enfoque crítico y fundamentado. La realidad es que la investigación aún está en sus inicios, y es recomendable disfrutarla con moderación y como parte de una alimentación balanceada.