La crisis de desabastecimiento de medicamentos en España ha tomado un giro preocupante, especialmente en lo que respecta a los antidepresivos. Un reciente informe de la red digital de farmacias LUDA Partners señala que estos medicamentos se han convertido en los productos más difíciles de encontrar en las farmacias, superando incluso a tratamientos como Ozempic, utilizado para la diabetes, y Concerta, destinado al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Este cambio en la disponibilidad de medicamentos refleja un nuevo patrón en el desabastecimiento que había predominado en el último año. Anteriormente, la escasez de Ozempic y Concerta generaba gran preocupación; sin embargo, ahora son los antidepresivos los que lideran las listas de productos con problemas de suministro. En Castilla-La Mancha, los farmacéuticos han registrado un aumento significativo en las notificaciones de faltas, lo que ha encendido alarmas tanto en el ámbito profesional como entre los pacientes.
La situación es especialmente crítica en un país donde los problemas de salud mental han ido en aumento. Según datos de la encuesta Statista Consumer Insights 2025, el 17% de los ciudadanos españoles afirma sufrir algún trastorno mental, como ansiedad, depresión o síndrome de agotamiento profesional. Este incremento en la demanda de tratamientos se da en un contexto donde la adherencia a los mismos es crucial para evitar un empeoramiento de los síntomas.
Marcas más afectadas por la escasez
En cuanto a las marcas de antidepresivos con mayores problemas de disponibilidad, el estudio de LUDA destaca a Anafranil como la más afectada, representando el 35% de las localizaciones relacionadas con este tipo de tratamientos. Le sigue Ludiomil, con un 28%, y Cymbalta, que alcanza un 7%. El resto de las localizaciones se distribuyen entre otras marcas destinadas a tratar trastornos de salud mental.
La alarmante cifra de reportes de faltas de antidepresivos se ha cuadruplicado en comparación con inicios de 2023, así como en relación con el mismo periodo del año anterior, lo que sugiere un problema estructural en la cadena de suministro de estos medicamentos esenciales.
Un panorama sombrío para la salud mental
El deterioro de la salud mental en España no solo se refleja en la escasez de medicamentos, sino también en el creciente número de jóvenes con problemas emocionales. La Red para la Promoción de la Salud y el Bienestar Emocional de las Personas (Proemo) estima que más de 1.5 millones de jóvenes entre 12 y 18 años se encuentran en riesgo o ya presentan dificultades emocionales. De esta cifra, un millón tiene síntomas de ansiedad y depresión, mientras que medio millón más está diagnosticado y en tratamiento.
Además, el aumento en las hospitalizaciones por trastornos mentales entre jóvenes es un indicador alarmante. Un informe de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) revela que los ingresos hospitalarios en jóvenes de entre 11 y 18 años se han triplicado en los últimos 20 años, pasando del 3.9% en el año 2000 al 9.5% en la actualidad. La edad promedio de ingreso también ha disminuido, bajando de 17 a 15 años, lo que resalta la urgencia de abordar estos problemas desde una perspectiva integral.
Las proyecciones a largo plazo son igualmente preocupantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que uno de cada tres españoles, es decir, el 34%, desarrollará algún problema de salud mental a lo largo de su vida. Esta cifra ha crecido considerablemente desde 2016, cuando se estimaba en un 25%. La combinación de una mayor demanda de antidepresivos y la falta de disponibilidad de estos productos puede agravar aún más esta crisis.
En sumatoria, la escasez de antidepresivos no solo es un inconveniente logístico; es un reflejo de una crisis más amplia que afecta a la salud mental de la población española. La necesidad de abordar esta problemática con urgencia se vuelve evidente, tanto en el ámbito de la salud pública como en el de la política sanitaria.