La gestión medioambiental en el ámbito sanitario ha cobrado un nuevo impulso gracias al proyecto Gimafh, que se centra en la educación de los pacientes sobre el manejo de inhaladores y la reducción de la huella de carbono en hospitales. Este proyecto, que ha sido reconocido recientemente con el Sustainable Project of the Year Award por la organización Internacional Healthcare without Harm y por los Premios de Innovación Social del CGCOF, ha ampliado su alcance desde su creación a mediados de 2024 en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.
Noé Garin, farmacéutico hospitalario y líder de la iniciativa, ha indicado que Gimafh opera actualmente en tres áreas principales. La primera es la educación y la implicación de los pacientes. Hasta la fecha, han colaborado con 40 hospitales en todo el país para fomentar el conocimiento sobre la correcta gestión de residuos y los factores que influyen en este proceso. Aunque los resultados aún no se han publicado, Garin menciona que después de implementar la formación, contactaron nuevamente con los pacientes y encontraron que “cuando aumentas el conocimiento de los pacientes, el resultado es espectacular.”
Este enfoque no se limita únicamente a los inhaladores, sino que abarca todos los medicamentos y productos que requieren una adecuada disposición. Garin señala que “realizas una acción por un fin determinado y acabas creando un poco más de impacto”, lo que subraya la importancia de la educación en la gestión de residuos. Para ello, se han desarrollado infografías y materiales informativos sobre cómo desechar correctamente los residuos en los puntos SIGRE de las farmacias comunitarias, los cuales están disponibles en la página web de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH).
Además de la educación al paciente, Gimafh también se ha enfocado en mejorar el soporte para la prescripción sostenible. Este aspecto del proyecto busca proporcionar a los médicos información sobre qué inhaladores son menos contaminantes. “Es muy bonito decir cuáles son los inhaladores que menos contaminan, pero cuando el médico está en la consulta debe poder contar con información para prescribir aquel que más se adapta a las necesidades del paciente”, explica Garin. El objetivo es lograr una “prescripción individualizada y óptima para cada paciente, que sea lo más sostenible posible”.
Para facilitar esto, se ha creado una base de datos que incluye los 190 inhaladores comerciales disponibles en el país, abarcando desde broncodilatadores hasta corticoides inhalados. Garin destaca la necesidad de personalizar la prescripción, ya que “el paciente puede tener asma, EPOC, estar agudo o en la UCI, o incluso en su hogar”, y añade que la opinión del paciente también es relevante. Por esta razón, el equipo desarrolló un algoritmo que incorpora aspectos clínicos, ambientales y la voz del paciente para mejorar la prescripción de inhaladores.
“Un 10% de cambio de presurizado a inhalador de polvo seco o niebla fina supondría un ahorro equivalente a 40.000 toneladas de CO2”, asegura Garin.
Garin también menciona que un cambio del 50% de inhaladores presurizados a inhaladores de polvo seco podría significar un ahorro de hasta 200.000 toneladas de CO2. Además, en casos específicos, un paciente que utiliza una triple terapia inhalada con dos inhaladores presurizados podría ahorrar aproximadamente 650 kg de CO2 al año si se cambia a una terapia de polvo seco. Sin embargo, Garin enfatiza que los cambios deben hacerse con criterio y no de manera indiscriminada: “Lo importante es individualizar, usando lo que es mejor para cada paciente”.
La tercera parte del proyecto se enfoca en la modificación de los circuitos para la gestión de residuos intrahospitalarios. Actualmente en fase piloto en el Hospital Sant Pau, este plan busca encontrar alternativas que mejoren los procesos dentro del centro. Garin explica que un hospital como Sant Pau puede emitir el equivalente a 350 toneladas de CO2 anuales por el uso de inhaladores presurizados y que ya han desarrollado un mapa de situación para mejorar los circuitos de gestión de residuos del hospital. “Ahora estamos en fase de evaluación y de contactar con otros centros para aportar nuevas posibilidades de mejora”, señala.
Sin embargo, el desafío económico persiste. Garin menciona que hay empresas capaces de extraer el gas de los residuos, pero este coste debe ser asumido por alguien. “Trabajar en esto es importante; hay opciones mejores que otras, pero todo es mejor que no hacer nada”, afirma. Con esta mentalidad, el equipo de Gimafh está ampliando sus horizontes, ya que Garin asegura: “Los inhaladores son solo el principio…”
Así, Gimafh no solo se posiciona como un modelo de gestión medioambiental en el sector salud, sino que también establece un camino hacia prácticas más sostenibles y responsables en la comunidad médica.
