Un ataque inesperado de un tiburón dejó a Eddie Jarmakowicz gravemente herido el 16 de agosto, mientras disfrutaba de una jornada de pesca con arpón en las aguas de Gran Cayo, Bahamas. Este evento, que comenzó como una expedición de tres días entre amigos, se transformó en una lucha por la supervivencia.
Jarmakowicz, originario de Riviera Beach, Florida, se encontraba realizando snorkel a una profundidad de entre seis y siete metros cuando ocurrió el ataque. Mientras nadaba hacia la superficie después de haber arponeado un pargo, un tiburón de arrecife de aproximadamente 1,8 metros emergió de las profundidades y mordió su mano izquierda. “Creo que mi mano estaba completamente dentro de la boca del tiburón por las laceraciones que subían por el antebrazo”, relató posteriormente a un medio local.
El momento del ataque fue intenso y doloroso. Jarmakowicz recordó que su muñeca colgaba hacia abajo y que podía ver la carne expuesta. A pesar de la situación, logró nadar de regreso al bote, donde sus compañeros aplicaron un torniquete en su mano para frenar la hemorragia. El camino de regreso a la costa tomó aproximadamente 45 minutos, período en el que la incertidumbre sobre su estado de salud era abrumadora.
Una vez en tierra, un piloto local llevó a Jarmakowicz al HCA Florida Lawnwood en Fort Pierce. Cuando llegó, el torniquete había estado apretando su mano durante más de cuatro horas y había perdido cerca de un litro de sangre. Los médicos actuaron rápidamente al identificar la gravedad de la situación. La cirugía de emergencia, que duró más de cuatro horas, fue realizada por la doctora Aleta Paschal, quien describió las lesiones como extremadamente graves, con múltiples músculos expuestos y tendones dañados.
Durante el procedimiento, se repararon ocho tendones principales en su antebrazo y otros varios en la muñeca. A pesar de la seriedad de las heridas, los médicos mantenían expectativas optimistas sobre su recuperación tras la operación.
Increíblemente, Jarmakowicz fue dado de alta al día siguiente. Sin embargo, su proceso de recuperación será extenso, implicando varios meses de fisioterapia para recuperar la funcionalidad y fuerza de su mano y dedos. A pesar de la adversidad, Jarmakowicz ha manifestado su deseo de seguir pescando, considerando la actividad como una forma de conexión con la naturaleza. “Me encanta estar en el agua. Es absolutamente hermoso. Es muy relajante”, concluyó, mostrando su resiliencia frente a la experiencia traumática.