El reciente informe del Ministerio de Sanidad español, titulado «Monografía sobre Cannabis 2025: Consumo y Consecuencias», revela un cambio significativo en el consumo de cannabis entre los adolescentes. Según los datos, el porcentaje de estudiantes de secundaria que han consumido esta sustancia en los últimos treinta días ha caído de un 25% en 2004 a solo un 15% en 2023, lo que representa una sorprendente disminución del 40%.
Este descenso podría indicar una transformación en los patrones de conducta y en la percepción del riesgo asociado al cannabis entre la juventud. Las campañas de prevención, los cambios en el entorno social y una mayor conciencia sobre los efectos adversos del consumo podrían ser factores relevantes en esta disminución. Tal como resalta el informe, es esencial seguir de cerca estos cambios para entender mejor la dinámica del consumo en esta franja etaria.
Además, la aparición de nuevas sustancias psicoactivas y el desplazamiento hacia productos que son considerados menos nocivos también pueden estar influyendo en la reducción del uso de cannabis entre los jóvenes. Este fenómeno sugiere que la juventud está explorando alternativas y podría estar reconfigurando su relación con las sustancias psicoactivas.
En contraste con el notable descenso entre los adolescentes, el consumo de cannabis en la población adulta se ha mantenido relativamente estable. Un 12% de las personas de entre 15 y 64 años afirma haber consumido cannabis en el último mes, cifra que no ha presentado variaciones significativas en los últimos años. Aunque ha habido un ligero aumento en el consumo diario, la prevalencia sigue siendo baja, con un 2,5% de la población consumiendo diariamente.
El uso de cannabis también plantea una carga considerable para el sistema sanitario español. En 2022, esta sustancia estuvo presente en el 46,2% de los episodios de urgencias hospitalarias relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas. Además, fue responsable del 27,4% de las admisiones a tratamiento por drogodependencias, posicionándose como la segunda sustancia más común tras la cocaína. Entre los menores de 18 años, un alarmante 93,5% de los que inician tratamiento por drogas ilegales lo hacen a causa del consumo de cannabis.
La monografía también destaca un preocupante aumento en la concentración de tetrahidrocannabinol (THC), el principal compuesto psicoactivo del cannabis. En 2023, el THC alcanzó el 29% de peso en muestras de resina y un 12,6% en hierba, cifras que superan con creces las registradas en décadas anteriores. Esta mayor potencia se ha vinculado a un incremento en los riesgos de trastornos mentales, problemas cardiovasculares y dependencia.
Además de las preocupaciones sobre la potencia del cannabis, el informe advierte sobre la proliferación de cannabinoides sintéticos, que presentan una variabilidad química considerable y dificultan su regulación y evaluación de riesgos. Estas nuevas modalidades de consumo son motivo de análisis y atención por parte de las autoridades sanitarias.
En conclusión, la caída del consumo de cannabis entre adolescentes en España es un fenómeno que merece atención. Los factores que contribuyen a esta tendencia, así como su impacto en la salud pública, son aspectos que se deben seguir investigando para garantizar la salud y el bienestar de las futuras generaciones. El informe del Ministerio de Sanidad proporciona una base valiosa para entender este panorama y la evolución del consumo de cannabis en el país.