En un avance significativo para la salud pública, un nuevo estudio de la Universidad de Florida sugiere que el porcentaje de grasa corporal podría ser un indicador más preciso de riesgo de mortalidad y enfermedades cardíacas que el tradicional índice de masa corporal (IMC). Este hallazgo desafía la larga dependencia de la comunidad médica en el IMC como medida del estado de salud.
La obesidad es un problema de salud que ha cobrado relevancia en muchos países desarrollados, y la dificultad para clasificar adecuadamente a los individuos según su peso ha generado un debate creciente. A medida que se acumulan las evidencias, se han buscado alternativas al IMC, que ha sido criticado por no ofrecer una visión completa de la salud de una persona. En este contexto, el estudio analizó los datos de más de 4,200 estadounidenses de entre 20 y 49 años, en un seguimiento que abarcó un periodo de quince años.
Utilizando una técnica no invasiva llamada impedancia bioeléctrica, los investigadores midieron la cantidad de grasa en el cuerpo de los participantes. Los resultados fueron preocupantes: aquellos con un alto porcentaje de grasa corporal tenían un 78% más de probabilidades de morir por cualquier causa, y el riesgo de fallecer por enfermedades del corazón era más de tres veces mayor en comparación con aquellos con menores niveles de grasa. Por otro lado, el IMC no mostró correlaciones significativas con el riesgo de mortalidad, lo que llevó a los científicos a cuestionar su utilidad.
El investigador principal, Frank Orlando, destacó que “los culturistas pueden tener un IMC elevado y, sin embargo, gozar de buena salud”. Esta observación subraya la necesidad de reevaluar cómo se mide el estado de salud en la población. A medida que se acumulan estudios que refuerzan esta idea, la comunidad científica comienza a abogar por un cambio en las métricas utilizadas en entornos clínicos.
La publicación de estos hallazgos en la revista Annals of Family Medicine ha generado un debate sobre la necesidad de modernizar las herramientas de evaluación de la salud. Orlando y su equipo sugieren que adoptar medidas como el porcentaje de grasa corporal podría transformar la manera en que los médicos evalúan la composición corporal y, por ende, los riesgos asociados a la salud de sus pacientes.
La tecnología de impedancia bioeléctrica, que ya está disponible en el mercado y es fácil de usar, se presenta como una alternativa viable al IMC. Arch Mainous, otro de los autores del estudio, expresó: “Creo que el estudio demuestra que es hora de optar por una alternativa que ya ha demostrado ser mucho mejor en este aspecto”. Estas afirmaciones no solo abren la puerta a nuevas metodologías, sino que también podrían influir en políticas de salud pública en todo el continente.
En un momento en que la obesidad y sus consecuencias son una preocupación creciente, es fundamental que la comunidad médica se adapte a los nuevos conocimientos. La implementación de métodos más precisos podría ayudar a identificar a aquellos en riesgo y, en consecuencia, mejorar las estrategias de prevención y tratamiento. La transformación en la forma en que se mide la salud puede ser un paso crucial hacia una atención médica más efectiva y centrada en el individuo.