La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha presentado alarmantes estadísticas sobre la hipertensión, indicando que aproximadamente mil 400 millones de personas a nivel global padecen esta condición. De estas, se estima que cuatro de cada cinco no están bajo tratamiento adecuado o no toman medidas para mitigar los factores de riesgo asociados.
Este problema de salud pública representa un desafío significativo para los sistemas de salud en todo el mundo y es responsable de un alto número de muertes cada año. Según la OMS, la hipertensión incontrolada provoca cerca de 10 millones de fallecimientos anuales. “Cada hora, alrededor de mil personas mueren debido a infartos y ataques cardíacos relacionados con la hipertensión, muchas de estas muertes son prevenibles”, afirmó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, durante la divulgación del informe.
El informe también señala que la falta de control sobre la hipertensión se debe a varios factores, como el acceso limitado a medicamentos y equipos médicos, así como la escasez de tratamientos estandarizados y personal capacitado en muchos sistemas de salud. La OMS también relaciona la hipertensión con problemas renales crónicos y demencia. Además, las campañas de prevención son insuficientes, especialmente en lo que respecta a hábitos que incrementan la presión arterial, como el consumo excesivo de alcohol, tabaco, sal y grasas trans, así como la falta de actividad física.
Por otro lado, la OMS destaca que la medicación para controlar la presión arterial es una de las soluciones más efectivas y económicas disponibles. Sin embargo, solo un 28 % de los países de ingresos bajos reportaron que su población tiene acceso general a estos medicamentos. En naciones en desarrollo, las enfermedades cardiovasculares, muchas de las cuales son provocadas por la hipertensión, han costado a los sistemas de salud hasta 3.7 billones de dólares en los últimos 15 años, lo que representa aproximadamente un 2 % del PIB combinado de estos países.
“Con voluntad política, inversión y reformas para incluir el control de la hipertensión en los servicios de salud, podemos salvar millones de vidas y garantizar la cobertura de salud universal para todos”, subrayó Ghebreyesus.
De acuerdo con la OMS, se considera hipertensión clínica cuando los niveles en adultos superan los 140 mmHg en su cifra más alta (sistólica) y 90 mmHg en la más baja (diastólica) durante dos mediciones diferentes. Sin embargo, la organización advierte que incluso cifras alrededor de 130 mmHg en la presión sistólica pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas o renales.
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