Un estudio reciente indica que la exposición a altos niveles de luz artificial durante la noche puede tener un impacto negativo en la salud cardíaca. Este hallazgo fue presentado el 10 de noviembre en una reunión de la Asociación Americana del Corazón en Nueva Orleans.
Los investigadores descubrieron que quienes se encuentran expuestos a la luz artificial por la noche tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades cardíacas. Se registró un aumento del 35 por ciento en el riesgo a los cinco años y del 22 por ciento a los diez años, según lo indicado por el investigador principal, el Dr. Shady Abohashem, quien lidera los ensayos de imágenes cardíacas en el Hospital General de Massachusetts.
El estudio incluyó a 466 adultos con una edad promedio de 55 años que se habían sometido a pruebas de imágenes entre 2005 y 2008. Al analizar sus escáneres cerebrales y su salud, los investigadores encontraron que la exposición a la luz artificial estaba relacionada con un aumento en la actividad de estrés cerebral y en la inflamación de los vasos sanguíneos.
“Incluso un incremento modesto en la luz nocturna se asocia con un mayor estrés cerebral y arterial”, afirmó Abohashem. “Cuando el cerebro percibe estrés, activa señales que pueden desencadenar una respuesta inmune, lo que provoca inflamación en los vasos sanguíneos. Este proceso puede contribuir al endurecimiento arterial y, a largo plazo, incrementar el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular”.
Durante el periodo de seguimiento, el 17 por ciento de los participantes desarrollaron una condición cardíaca importante, y su exposición a la luz artificial se correlacionó con este riesgo, incluso considerando otros factores predisponentes.
Los investigadores notaron que el riesgo era aún mayor para aquellos que vivían en áreas con altos niveles de ruido de tráfico y en vecindarios con ingresos más bajos, así como otros factores ambientales que pueden incrementar el estrés.
Para mitigar estos efectos, Abohashem sugiere que las personas reduzcan la luz artificial interior, manteniendo las habitaciones oscuras y evitando el uso de pantallas electrónicas antes de dormir. Asimismo, los expertos aconsejan que las ciudades optimicen la iluminación pública reduciendo la luz exterior innecesaria y utilizando faroles con sensores de movimiento.
Julio Fernández-Mendoza, portavoz de la Asociación Americana del Corazón, destacó que estos hallazgos son importantes y refuerzan la idea de que la exposición excesiva a la luz nocturna es un problema de salud pública. “Aunque sabemos que la luz artificial puede perjudicar la salud, este estudio indaga en cómo el estrés cerebral podría estar vinculado a este daño”, agregó Fernández-Mendoza, quien no participó en la investigación.
Los investigadores planean continuar su trabajo para determinar si reducir la exposición a la luz nocturna puede mejorar la salud cardíaca de la población. Es importante señalar que los resultados presentados en conferencias médicas son preliminares y requieren validación en publicaciones revisadas por pares.
Para más información sobre la contaminación lumínica, se puede consultar la página de la Universidad James Madison.
































































