La obesidad se ha convertido en la forma predominante de malnutrición entre los niños en edad escolar y adolescentes a nivel mundial, superando por primera vez al bajo peso. Según un informe de Unicef titulado “Alimentando el negocio: Cómo los entornos alimentarios ponen en peligro el bienestar de la infancia”, hay un total de 188 millones de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años que actualmente presentan obesidad, lo que equivale a uno de cada diez.
Una realidad alarmante
Este cambio en la tendencia de la malnutrición es significativo. Mauro Brero, asesor de nutrición en Unicef, señala que “significa un cambio muy importante en la forma de abordar la malnutrición por los gobiernos y la comunidad internacional”. Históricamente, la atención se centró en la prevención y tratamiento de la desnutrición, pero ahora la realidad es diferente, con una prevalencia de la obesidad que ha crecido del 3% al 9.4% desde el año 2000, mientras que el bajo peso ha disminuido del 13% al 9.2%.
Resulta preocupante que, a excepción de Africa Subsahariana y Asia Meridional, la obesidad supera al bajo peso en todas las regiones del mundo. En particular, Hispanoamérica y el Caribe presentan un alarmante 39% de menores entre 10 y 14 años con obesidad, y en Norteamérica la cifra asciende al 45%.
El impacto de los alimentos ultraprocesados
Las cifras son aún más críticas en países de altos ingresos, donde la obesidad ha aumentado solo un 1.2% en las últimas dos décadas, mientras que en naciones de ingresos medios y bajos, como aquellos en Asia Meridional, el índice de obesidad en menores se ha quintuplicado. Este bloque geográfico incluye países como Bangladesh, Bután, India, Maldivas, Nepal, Pakistán y Sri Lanka.
En Hispanoamérica, el consumo de alimentos y bebidas no saludables está en aumento. Según el informe, el 80% de los adolescentes consume regularmente productos azucarados, y en naciones como México y Brasil, los niños obtienen casi el 40% de sus calorías de ultraprocesados, sustituyendo alimentos básicos como cereales de grano entero por papitas y refrescos.
Unicef también expresa su preocupación por el incremento en el consumo de bebidas energéticas y estimulantes entre los jóvenes, las cuales están cargadas de azúcares añadidos, cafeína y taurina. Brero enfatiza que es imperativo regular la publicidad de estos productos, etiquetarlos con advertencias claras y dejar de mitificarlos como bebidas para deportistas. “Necesitamos contribuir a crear un estado de opinión en que se perciban estos productos como lo que son: tóxicos para niños y adolescentes”, concluye.