La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido un contundente llamado a los gobiernos de todo el mundo para que implementen leyes más estrictas sobre la calidad del aire. En su más reciente informe, la OMS revela que solo 128 de los 194 países miembros cuentan con estándares legales que regulan la contaminación atmosférica, lo que deja a millones de personas expuestas a riesgos para la salud.
Según el estudio, la carencia de legislación adecuada incrementa la vulnerabilidad de las poblaciones a enfermedades respiratorias, cardiovasculares y neurológicas, muchas de las cuales podrían evitarse mediante una regulación ambiental más efectiva. La contaminación del aire se ha asociado con daños en casi todos los sistemas del cuerpo humano, afectando desde el desarrollo fetal hasta el agravamiento de condiciones crónicas en adultos.
Entre los contaminantes más peligrosos se encuentran las partículas finas PM2.5 y PM10, así como el ozono, el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono y el dióxido de azufre. Estos elementos han sido ampliamente documentados como factores de riesgo para la salud. Desde 1987, la OMS ha publicado directrices sobre la calidad del aire, estableciendo límites sugeridos para estos contaminantes. En su última actualización, realizada en 2021, se fijaron niveles más estrictos basados en nueva evidencia científica.
Por ejemplo, se recomienda que el límite anual para las partículas finas PM2.5 no exceda los 5 microgramos por metro cúbico, una cifra significativamente inferior a la que muchos países permiten en la actualidad. Sin embargo, a pesar de contar con estas directrices, la mayoría de las legislaciones nacionales no cumplen con los estándares recomendados. El informe señala que en algunos casos se permiten niveles hasta diez veces superiores, particularmente en regiones como el Mediterráneo Oriental.
La falta de instrumentos de vigilancia y mecanismos de sanción es otra de las preocupaciones destacadas en el documento. En muchos países, incluso donde existen leyes, no hay forma de garantizar su cumplimiento. Esta situación es especialmente preocupante en el caso de México, donde las Normas Oficiales Mexicanas para contaminantes clave establecen límites que aún están por encima de lo recomendado por la OMS. El límite nacional para las partículas finas PM2.5 es de 12 microgramos por metro cúbico, más del doble de lo sugerido por la organización.
La OMS subraya la necesidad de que los países actualicen sus estándares en función de los avances científicos y que la legislación incluya mecanismos de monitoreo confiables, sanciones efectivas y transparencia en su aplicación. La contaminación del aire es un problema que afecta a todos, y por ello es fundamental que se tomen medidas concretas.
En este sentido, tanto la OMS como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) están apoyando a las naciones para que desarrollen leyes sólidas en materia de calidad del aire. A través del Programa de Montevideo, se propone que estas leyes incluyan límites claros y realistas fundamentados en evidencia científica, sistemas de medición y vigilancia ambiental, así como mecanismos de rendición de cuentas y participación ciudadana.
El informe concluye enfatizando que “la contaminación del aire es un problema colectivo que requiere respuestas legales adaptadas a cada país, pero basadas en un estándar común: proteger la salud humana”. La OMS y la Asamblea de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente han instado a todos los Estados miembros a implementar políticas multisectoriales que ayuden a reducir la contaminación atmosférica, alineando sus legislaciones con las directrices internacionales.
La situación actual presenta un panorama preocupante, pero también una oportunidad para que los gobiernos se comprometan a mejorar la calidad del aire y, por ende, la salud de sus ciudadanos. En un mundo cada vez más urbanizado y expuesto a contaminantes, la acción colectiva se vuelve más urgente que nunca.
