La carne de pollo cruda es más riesgosa que la de res debido a las diferencias en la forma en que se cocinan y a cómo las bacterias actúan en cada tipo de carne. A diferencia de la carne de res, que puede cocinarse en distintos niveles de cocción, el pollo debe ser cocido completamente para garantizar la seguridad alimentaria.
Una de las razones por las que el pollo debe cocinarse a fondo es que las bacterias, como la Salmonela, pueden penetrar más profundamente en su tejido. Esto se debe a la menor densidad de la carne de pollo, lo que significa que si se cocinan solo los bordes, el interior puede seguir contaminado. Para eliminar estos riesgos, es esencial que el pollo alcance una temperatura interna mínima de 75°C.
Entre las bacterias más comunes en el pollo mal cocido se encuentran la Salmonela, causante frecuente de enfermedades transmitidas por alimentos, y Campylobacter, que puede provocar problemas gastrointestinales. También está Clostridium, que produce toxinas que pueden llevar a enfermedades severas.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se estima que uno de cada 25 paquetes de pollo puede estar contaminado con Salmonela. Esto puede resultar en casi un millón de enfermedades anuales por consumo de pollo contaminado, con riesgos que incluso pueden ser mortales.
Los síntomas de una infección por Salmonela incluyen:
- Diarrea
- Cólicos estomacales
- Fiebre
- Naúsea
- Vómito
- Escalofríos
- Dolor de cabeza
- Sangre en las heces fecales
La Secretaría de Salud de México ofrece recomendaciones sobre la manipulación y cocción seguras de alimentos, enfatizando la importancia de cocinar el pollo hasta alcanzar los 74 °C (165 °F). Además, la Organización Mundial de la Salud ha señalado que el consumo de pollo crudo o poco cocido es una fuente relevante de enfermedades transmitidas por alimentos y también aconseja cocinar el pollo a esta temperatura estándar.
Para mitigar estos riesgos, es crucial seguir prácticas adecuadas de cocción y mantener una buena higiene al manipular alimentos, incluyendo el lavado de manos antes de cocinar y después de tocar productos crudos de aves, así como refrigerar adecuadamente los alimentos y mantener la cocina limpia.