Una reciente investigación de la Universidad John Moores de Liverpool ha revelado que la deshidratación, incluso en niveles leves, puede tener efectos sorprendentes y perjudiciales en la salud tanto física como mental. A menudo, pensamos que solo sentir sed es un signo de que necesitamos agua, pero la realidad es que los efectos de una mala hidratación van mucho más allá.
Efectos físicos de la deshidratación
Cuando el cuerpo no recibe suficiente agua, pueden surgir síntomas como cansancio, boca seca y orina oscura. Sin embargo, hay otros efectos menos evidentes. Por ejemplo, el doctor Naveed Asif menciona que la deshidratación puede causar mal aliento, ya que la saliva, que ayuda a neutralizar bacterias en la boca, disminuye.
Además, la falta de líquidos puede provocar un aumento de los antojos por alimentos dulces. Esto se debe a que el hígado necesita agua para transformar el glucógeno en glucosa y proporcionar energía. Sin suficiente agua, el cerebro busca fuentes rápidas de energía, como el azúcar.
Otro aspecto preocupante es el impacto en el sistema inmunológico. De acuerdo con el doctor Asif, los niveles de ciertas sustancias químicas en la sangre aumentan con la deshidratación, lo que puede agravar las alergias.
Consecuencias a largo plazo
La doctora Nadira Awal advierte que la deshidratación puede afectar el equilibrio electrolítico del cuerpo, lo que conlleva a calambres y problemas en la función muscular. Además, una hidratación deficiente puede acelerar el envejecimiento prematuro de la piel, ya que la falta de agua provoca que la piel se reseque y pierda elasticidad, haciéndola más susceptible a daños e irritaciones.
Otro riesgo es la presión arterial baja. Cuando el organismo pierde líquidos, el volumen sanguíneo disminuye, lo que puede llevar a una reducción de la presión arterial y, en casos severos, a un shock hipovolémico que puede ser mortal.
Además, el cerebro es extremadamente sensible a los cambios en la hidratación. La doctora Awal explica que incluso una leve deshidratación puede perjudicar la concentración, la memoria y la toma de decisiones, llevándonos a confusión y desorientación.
Para colmo, la falta de agua puede disminuir los niveles de energía, ya que el agua es crucial para transportar nutrientes y oxígeno a las células. En consecuencia, esto puede afectar nuestro rendimiento físico y nuestras actividades diarias.
Finalmente, los riñones son particularmente vulnerables a la deshidratación. La insuficiencia de agua aumenta el riesgo de desarrollar cálculos renales, ya que se incrementa la concentración de minerales en la orina, lo que puede resultar en dolorosas cristalizaciones.
Es vital recordar que el cuerpo pierde agua a través de la orina, el sudor, la respiración y las heces. Si no reponemos estos líquidos con suficiente ingesta de agua y alimentos que la contengan, la deshidratación se convierte en un riesgo real para nuestra salud. Por tanto, cuidar nuestra hidratación es esencial, especialmente en condiciones de calor extremo o durante el ejercicio físico.