La decisión de mudarse de una ciudad natal puede conllevar sentimientos encontrados, ya que implica dejar atrás la familiaridad para comenzar de nuevo. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que este cambio podría estar vinculado a una mejor salud en la vejez.
De acuerdo con los hallazgos publicados el 15 de octubre en la revista Journal of Ethnic and Minority Studies, los estadounidenses que se trasladan dentro del país presentan una salud significativamente superior en comparación con aquellos que permanecen en su estado de nacimiento. Los investigadores señalaron que las personas que optaron por quedarse en su hogar tienen una mayor probabilidad de enfrentar discapacidades en la tercera edad, incluyendo problemas de visión y audición, deterioro cognitivo, limitaciones en actividades diarias y debilidades físicas como dificultad para caminar o subir escaleras.
La investigadora principal, Katherine Ahlin, de la Facultad de Trabajo Social Factor-Inwentash de la Universidad de Toronto, indicó que los adultos mayores que no se mudaron tenían hasta un 22 por ciento más de probabilidades de sufrir discapacidad en comparación con los migrantes internos. “Este estudio proporciona la primera evidencia a gran escala de que la migración interna en EE. UU. se vincula con una mejor salud en la vejez”, comentó Ahlin en un comunicado.
El análisis se basó en datos de 10 años de seguimiento de 5.4 millones de adultos mayores en EE. UU., comparando la discapacidad entre quienes se quedaron en sus estados de origen y quienes se mudaron. Los resultados confirmaron que aquellos que abandonaron su estado mostraban mejor salud y menos discapacidades.
Aunque los investigadores consideraron que la educación podría influir en estos resultados, el ajuste por este factor redujo significativamente, pero no eliminó, la ventaja de salud observada. Alyssa McAlpine, otra de las investigadoras, explicó que “el logro educativo parece desempeñar un doble papel: aumentar la probabilidad de migración y ofrecer protección contra la discapacidad”. Sin embargo, los migrantes internos se mantuvieron más saludables incluso al considerar la educación, lo que sugiere que otros factores, como la autoselección, también son relevantes.
En este sentido, los investigadores sugieren que las personas más sanas podrían ser las que eligen migrar, mientras que aquellas con problemas de salud podrían optar por quedarse, ya que mudarse podría resultarles demasiado agotador. Además, también es probable que las personas menos saludables decidan regresar a sus lugares de origen.
Asimismo, el equipo de investigación encontró que los inmigrantes provenientes del extranjero presentaban tasas de discapacidad aún más bajas que los migrantes internos, con una probabilidad entre un 7% y un 33% menor de sufrir cuatro tipos de discapacidades: problemas de audición, problemas de visión, deterioro cognitivo y problemas de movilidad. Esme Fuller-Thomson, directora del Instituto para el Curso de la Vida y el Envejecimiento de la Universidad de Toronto, destacó que “esta ventaja de salud más fuerte entre los inmigrantes sugiere un proceso de selección más riguroso, donde los individuos con problemas de salud tienen menos posibilidades de superar los múltiples desafíos de la migración internacional”.
Los investigadores concluyeron que la decisión de mudarse entre estados podría reflejar la resiliencia de una persona y su búsqueda de nuevas oportunidades.
Para más información sobre la salud de inmigrantes y refugiados, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ofrecen recursos adicionales.
