Una nueva y peligrosa tendencia conocida como “bluetoothing” está causando preocupación entre las autoridades de salud pública. Esta práctica implica que los consumidores de drogas se inyecten la sangre de personas intoxicadas con el fin de experimentar un efecto similar al de las drogas que han consumido. Sin embargo, esta práctica ha contribuido a un incremento alarmante de las infecciones por VIH en regiones como el Pacífico.
La práctica de compartir sangre es notablemente más arriesgada que el intercambio de agujas y ha sido identificada como un factor clave en el crecimiento de la epidemia de VIH en lugares críticos como Fiyi y Sudáfrica. Según expertos, aunque el número de personas que participan en el “bluetoothing” es relativamente bajo, las consecuencias pueden ser devastadoras, ya que la transmisión de enfermedades infecciosas como el VIH y la hepatitis puede ocurrir con rapidez.
Brian Zanoni, profesor de la Universidad de Emory, ha investigado este fenómeno y ha señalado que, en entornos de pobreza severa, esta práctica se presenta como una alternativa económica para consumir drogas. “Básicamente estás recibiendo dos dosis por el precio de una”, afirmó Zanoni, enfatizando el riesgo asociado a esta forma de consumo.
En Fiyi, se ha notado un aumento significativo en las tasas de VIH, con cifras que indican que el número de nuevos casos se multiplicó por diez entre 2014 y 2024. Las autoridades locales han declarado un brote de VIH en la región, y se estima que cerca de la mitad de las personas que recientemente fueron diagnosticadas con VIH indicaron haber compartido agujas, aunque no se sabe cuántas de ellas también participaron en el “bluetoothing”.
Eamonn Murphy, director de equipos de apoyo regional de ONUSIDA, ha advertido que esta práctica está afectando a jóvenes entre 15 y 34 años, quienes están enfrentando una crisis de salud a causa del VIH. “Estamos viendo cómo mueren jóvenes por el VIH, niños que han estado implicados en el consumo de drogas y en relaciones sexuales”, comentó Murphy, quien también mencionó la falta de acceso a agujas limpias y la prevalencia de relaciones sexuales sin protección como factores que agravan la situación.
A pesar de que el “bluetoothing” no ha ganado popularidad en gran medida, algunas personas que participan en esta práctica reportan que la dosis de droga que reciben es ineficaz. Algunos expertos médicos sugieren que el efecto puede ser más un placebo que una realidad. “No es ni de cerca tan eficaz como la gente esperaba”, concluyó Murphy.
En otras regiones, como Tanzania, esta práctica ha sido denominada “flashblooding” y ha crecido entre poblaciones vulnerables, como mujeres que viven en condiciones temporales. En Sudáfrica, un estudio reveló que un porcentaje significativo de consumidores de drogas inyectables había sido expuesto a la práctica de compartir sangre.
El riesgo de reacciones adversas graves también es alto, ya que la mezcla de diferentes tipos de sangre puede resultar peligrosa, aunque no siempre se transmiten partículas virales. Catherine Cook, directora ejecutiva de Harm Reduction International, ha descrito el “bluetoothing” como “la manera perfecta de propagar el VIH”, subrayando la urgencia de una respuesta robusta por parte de los sistemas de salud y los gobiernos para abordar esta crisis emergente.