La isla de Nantucket, en Massachusetts, ha sorprendido al mundo al iniciar un programa de monitoreo de aguas residuales que ha revelado niveles de cocaína un 50% superiores a la media nacional de Estados Unidos. Este verano, la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Surfside detectó concentraciones alarmantes, alcanzando cerca de 1,500 nanogramos por litro (ng/L), en contraste con la media nacional de 1,000 ng/L.
Un enfoque innovador en el monitoreo
Las pruebas, realizadas por la empresa Biobot Analytics, tienen como objetivo rastrear tendencias de consumo de drogas sin identificar a individuos o vecindarios. Este método, que ganó popularidad durante la pandemia para anticipar picos de COVID-19, ahora se ha extendido al análisis de sustancias de alto riesgo.
Además de la cocaína, el análisis incluye metanfetamina, fentanilo y xilacina, un tranquilizante veterinario. Según los reportes, el fentanilo se encontraba muy por debajo de la media nacional, mientras que la nicotina en las aguas residuales rondó los 4,000 ng/L, ligeramente inferior al promedio en EE. UU.
Implicaciones para la salud pública
Los datos obtenidos ofrecen a las autoridades una “radiografía” poblacional que puede influir en políticas de salud pública y asignación de recursos. La privacidad es esencial en este diseño, permitiendo a las autoridades de Nantucket obtener información sobre el consumo de drogas sin invadir la intimidad de los ciudadanos.
Lo más sorprendente es que la isla presenta bajos niveles de adulterantes letales, como el fentanilo o la xilacina, lo que sugiere que los consumidores están accediendo a material más puro. Esta información plantea interrogantes sobre los patrones de consumo en áreas turísticas de alto poder adquisitivo.
En mayo, la policía local llevó a cabo la mayor incautación de cocaína en la historia de Nantucket, arrestando a Francisco Fernández Sánchez y confiscando 1.5 kilos de cocaína, valorados en aproximadamente 250,000 dólares en el mercado negro. La combinación de datos epidemiológicos y operativos alimenta el debate sobre estrategias de prevención y control del tráfico de drogas.
Los expertos advierten que niveles altos en las aguas residuales pueden ser resultado de descargas concentradas o consumos acumulados. El exagente especial de la DEA, David Katz, destacó que estas prácticas de encubrimiento pueden distorsionar las señales en el sistema de saneamiento.
En Estados Unidos, la vigilancia de aguas residuales ha ganado impulso como herramienta de salud pública. Biobot, por ejemplo, se ha inscrito en un programa nacional del NIDA para el monitoreo anónimo de drogas, un esquema comparable a iniciativas en Europa y Australia.
La clave, según los especialistas, es interpretar estas cifras con cautela, ya que las concentraciones varían según el caudal y el tamaño poblacional. En Nantucket, el objetivo del monitoreo es informar decisiones de salud, evitando estigmatizar a barrios o visitantes. Los próximos reportes, especialmente durante fines de semana y temporadas altas, serán cruciales para determinar si los niveles de cocaína se mantienen o responden a eventos específicos.