La situación de los bomberos forestales en España ha alcanzado niveles alarmantes, con trabajadores enfrentándose a condiciones laborales precarias y largas jornadas que ponen en riesgo su salud. En este momento, la lucha contra incendios voraces en la provincia de Zamora deja al descubierto la falta de reconocimiento profesional y la escasa formación que reciben muchos de estos efectivos.
Un entorno laboral caótico
La pregunta que surge entre los bomberos es clara: ¿y tú de quién eres? Esta cuestión refleja la complejidad del sector, donde conviven trabajadores públicos de la Junta, brigadas del Ministerio y un gran número de contratados a través de la empresa pública Tragsa, así como operarios de 35 empresas privadas que subcontratan servicios. Sin embargo, la mayoría de ellos no tiene reconocida la categoría de bombero forestal, un hecho denunciado por el sindicato UGT de Zamora.
Los bomberos enfrentan turnos de hasta 24 horas, en ocasiones sin la debida preparación. Según Tomás Pérez, secretario general autonómico de la Federación de Servicios Públicos de UGT, muchos de estos trabajadores han sido contratados sin experiencia previa, habiendo recibido únicamente un curso de 16 horas que apenas los prepara para el desafío que implica combatir el fuego.
Condiciones de trabajo inaceptables
La falta de organización y coordinación en la respuesta a los incendios ha llevado a situaciones de “caos”, donde personal permanece inactivo por horas, esperando órdenes mientras otros luchan contra el fuego. Esto ha sido documentado por UGT, que planea llevar estas irregularidades ante la Inspección de Trabajo. Trabajadores han reportado avituallamientos escasos y tardíos, además de sufrir deshidratación y calambres por el esfuerzo físico que implica la labor.
Es preocupante que algunos bomberos solo reciban un cursillo teórico de ocho horas, donde se les enseña lo básico sobre el uso de mangueras. La realidad es que muchos de ellos son enviados a las llamas sin la formación adecuada, lo que pone en riesgo no solo su seguridad, sino también la efectividad de las operaciones de extinción.
La responsable federal de UGT, Victoria Corbacho, ha revelado que han recibido denuncias de compañeros que solo reciben “medio bocadillo y un botellín pequeño de agua” para afrontar jornadas maratonianas de trabajo. La falta de equipo adecuado, como botas adecuadas, ha llevado incluso a que algunos presenten llagas en los pies tras largas horas en el terreno.
UGT ha hecho un llamado a la Junta de Castilla y León para que se reconozca la categoría de bombero forestal, ya que existen enfermedades profesionales asociadas al humo que no están reconocidas en la región. La falta de atención a estas demandas es preocupante, considerando que los salarios de estos trabajadores oscilan entre 1,300 y 1,800 euros al mes.
Este panorama se complica aún más con la llegada de incendios de sexta generación en Castilla y León, que, según Roberto Castaño, también de UGT, son el resultado de un “cóctel explosivo” de condiciones meteorológicas adversas, falta de personal cualificado y una ausencia de organización en la extinción de incendios.
Por lo tanto, la situación de los bomberos forestales no solo es un tema de precariedad laboral, sino un asunto crítico que pone en riesgo la seguridad de los trabajadores y la eficacia en la lucha contra incendios. Es imperativo que las autoridades tomen medidas inmediatas para mejorar las condiciones laborales de estos héroes que arriesgan su vida por el bienestar de la sociedad.