En la mañana de ayer, la calma del Jardín del Turia en Valencia se vio interrumpida por un sorpresivo chaparrón. Los aspersores comenzaron a funcionar de manera errática, inundando los senderos del parque y obligando a los peatones a buscar rutas alternas. Este incidente no fue el resultado de una falla técnica, sino de un ciberataque que comprometió el sistema de riego automatizado. Las investigaciones de los técnicos municipales revelaron que las direcciones IP que originaron la intrusión provenían de Rusia.
Este episodio resalta una preocupante tendencia en la ciberseguridad global. Los delincuentes cibernéticos están abandonando su enfoque tradicional orientado al lucro económico, como el ransomware, para enfocarse en el sabotaje y la desestabilización. En lugar de buscar rescates por datos robados, su objetivo parece ser crear caos en las infraestructuras críticas que sustentan la vida cotidiana.
La intrusión en Valencia, que llevó a la desactivación manual del riego por temor a futuros incidentes, podría considerarse un hecho aislado. Sin embargo, también pone de manifiesto la fragilidad de sistemas esenciales. Los responsables de Parques y Jardines especulan que el verdadero objetivo podría haber sido la red de agua potable de la ciudad.
En los últimos meses, se ha observado un aumento en los ataques a infraestructuras críticas como centrales eléctricas, hospitales y aeropuertos. Según el Instituto Nacional de Ciberseguridad, la probabilidad de que una infraestructura esencial en España sufra un ataque severo supera el 60% en los próximos cinco años. En 2024, se registraron más de 96,000 incidentes, un incremento del 15% en comparación con el año anterior. El sector público, caracterizado por sus sistemas obsoletos, experimentó un aumento del 190% en ataques durante el último año.
La situación no se limita a España. En toda Europa, los ciberataques a servicios públicos han aumentado significativamente. Un caso alarmante ocurrió en Noruega, donde hackers accedieron a los controles de una presa, provocando el vertido descontrolado de millones de litros de agua. Las autoridades noruegas atribuyeron el ataque a actores prorrusos, situándolo dentro de una campaña de intimidación.
Recientemente, importantes aeropuertos en Bruselas, Berlín y Londres también sufrieron interrupciones severas debido a un ataque cibernético que afectó a un proveedor de servicios de check-in. Este incidente provocó largas colas y retrasos masivos, demostrando que el objetivo era crear desorden más allá del simple robo de información.
La creciente dependencia de sistemas conectados y sensores en el ámbito industrial ha mejorado la eficiencia, pero también ha ampliado la superficie de ataque. Los hospitales, donde coexisten equipos modernos con otros más antiguos, son un claro ejemplo de esta vulnerabilidad. Cada dispositivo desactualizado representa una posible puerta de entrada para los atacantes.
A medida que las autoridades buscan soluciones para proteger sistemas como el de riego en Valencia, queda la pregunta sobre la preparación de otras infraestructuras críticas en España ante esta nueva forma de guerra digital. La intención de generar caos se ha convertido en una tendencia alarmante que demanda atención urgente.