En un giro alarmante, la organización criminal conocida como Los 300 ha comenzado a fragmentarse en el Estado de México, dando lugar a la formación de al menos dos nuevas células delictivas. Este desarrollo ha generado preocupación entre las autoridades, quienes advierten sobre el incremento de la violencia en la región.
Nueva estructura delictiva
Según informes de la Fiscalía del Estado de México, la fragmentación de Los 300 no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia de adaptación ante la presión de las fuerzas de seguridad. Las nuevas células, que operan de manera más autónoma, han adoptado métodos de operación más sigilosos y agresivos, lo cual complica aún más su detección.
Las autoridades han señalado que estas nuevas agrupaciones están involucradas en el narcotráfico y la extorsión, actividades que han proliferado en varias localidades del Edomex. La realidad es que esta situación no solo afecta a la seguridad pública, sino que también impacta negativamente en la economía local, ya que el miedo a la violencia disuade a los inversionistas.
Consecuencias para la población
Los habitantes de municipios como Toluca y Ecatepec han expresado su temor ante el aumento de los delitos. “Estamos viviendo un infierno”, comenta un vecino de Ecatepec, quien prefiere mantenerse en el anonimato. Es evidente que la fragmentación de Los 300 ha llevado a un aumento en la competencia entre grupos criminales, lo que a su vez ha intensificado la violencia en las calles.
Las autoridades mantienen un operativo constante en la región, pero los recursos son limitados. No cabe duda de que la situación demanda una estrategia más integral que incluya no solo la represión, sino también programas sociales que aborden las causas de la criminalidad.
La transformación de Los 300 en nuevas células criminales es un claro ejemplo de cómo las organizaciones delictivas pueden adaptarse a la presión, lo que plantea un gran desafío para las autoridades en su lucha por recuperar la seguridad y la paz en el Estado de México.