La tensión entre Estados Unidos y el régimen de Nicolás Maduro se intensifica. Ayer, la Casa Blanca reiteró su postura enérgica al calificar al gobierno venezolano de “ilegítimo” y acusarlo de estar involucrado en operaciones de narcotráfico que afectan directamente a EE.UU. La portavoz Karoline Leavitt enfatizó que la administración de Donald Trump no permitirá que drogas “ilegales y letales” ingresen a su territorio, y que no habrá tolerancia hacia los grupos criminales.
Estas declaraciones surgen en un contexto de creciente fricción bilateral, particularmente tras el ataque naval del 2 de septiembre, donde fuerzas estadounidenses interceptaron y destruyeron una lancha proveniente de Venezuela con 11 presuntos miembros del Tren de Aragua. Según informes de Washington, el cargamento que transportaban podría haber causado miles de muertes por sobredosis en EE.UU., lo que ha añadido más tensión a las ya complicadas relaciones diplomáticas y militares.
Reacción de Venezuela ante las acusaciones
En respuesta, el gobierno de Maduro condenó el ataque y lo calificó de “campaña de manipulación mediática” impulsada por EE.UU. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), a través de un comunicado firmado por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, denunció la circulación de rumores en redes sociales sobre la supuesta presencia de un helicóptero estadounidense cerca de territorios venezolanos. La FANB asegura que estos reportes buscan crear un “falso positivo” que justifique una intervención militar en el país.
Además, Maduro acusó a Washington de emplear “operaciones psicológicas” bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, sosteniendo que el verdadero objetivo es un “cambio de régimen forzado” en Venezuela. En este escenario, advirtió que una escalada militar podría arrastrar a toda la región a un conflicto con consecuencias imprevisibles.
Desafíos y tensiones en la región
Durante estos intercambios, Maduro también denunció lo que calificó de un “relato sucio” que busca persuadir al pueblo estadounidense de apoyar una guerra en Sudamérica para apoderarse de recursos estratégicos como petróleo, gas y oro. Vinculó estas acusaciones directamente al secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y al enviado especial para Latinoamérica, Mauricio Claver-Carone.
Por su parte, el secretario de Guerra de EE.UU., Pete Hegseth, señaló en una entrevista que Maduro tiene “muchas decisiones que tomar”. Hegseth afirmó que desde hace tiempo EE.UU. sabe que Maduro está involucrado en el narcotráfico, en alusión a la recompensa que una corte de Nueva York mantiene por la captura del líder venezolano.
En un tono desafiante, Maduro lanzó un reto a la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, quien había expresado su agradecimiento a Trump por considerar a la isla como base para operaciones contra el narcotráfico. “Si usted dice que va a invadir, venga de primera”, declaró.
Mientras tanto, EE.UU. mantiene en el Caribe ocho barcos armados con misiles y un submarino nuclear, y ha reforzado su presencia con 10 aviones de combate F-35 en Puerto Rico, justificando estas medidas como parte de su lucha contra el narcotráfico y en la persecución de lo que denominan el “Cártel de los Soles”, que según ellos, está bajo el liderazgo de Maduro y vinculado con organizaciones criminales como el Tren de Aragua y el cártel de Sinaloa.
