En el bullicioso barrio rojo de Kabukicho en Tokio, la mafia japonesa, conocida como yakuza, observa desde las sombras. Este distrito, famoso por sus luces de neón y su ambiente caótico, contrasta con la limpieza y el orden que caracterizan al resto de Japón. A pesar de la mala fama, muchos consideran a Japón uno de los países más seguros del mundo, aunque Kabukicho es la excepción.
Matt, un guía turístico austriaco-japonés, señala que en este lugar, a diferencia de otros rincones de Tokio, la yakuza está presente en cada esquina. Las calles están repletas de desechos, botellas y anuncios de entretenimiento para adultos. “Aquí, tienes que involucrarte con la yakuza para que te suceda algo”, comenta, refiriéndose a la cultura del barrio. Normalmente, los problemas surgen cuando los clientes pierden la cuenta en los bares, lo que puede llevar a amenazas y situaciones extremas.
El concepto de yubitsume, o el corte de dedo, simboliza la penitencia dentro de este grupo criminal. Sin embargo, la yakuza ha visto una disminución drástica en sus filas, cayendo de más de 200,000 miembros en la década de 1960 a cifras actuales que apenas alcanzan los 20,000, según registros oficiales. Mientras que el crimen organizado en México crece a un ritmo alarmante, la situación de la yakuza es diferente.
Matt explica que el estigma social contra la yakuza ha crecido. En Japón, los tatuajes suelen asociarse con la mafia, lo que lleva a muchos establecimientos a rechazar la entrada a quienes tienen esta característica. Esto, junto con la aprobación de la Ley Antiboryokudan en 1992, ha debilitado significativamente a la organización.
La yakuza ha evolucionado a lo largo de su historia, comenzando como una respuesta a la marginación social en el Japón feudal y, más tarde, jugando un papel importante en la reconstrucción del país tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el cambio de mentalidad en las nuevas generaciones ha llevado a una falta de interés en unirse a sus filas.
Hoy en día, los grupos criminales más jóvenes, conocidos como tokuryū, operan en el ámbito digital, alejándose de las prácticas violentas y buscando nuevas formas de delinquir, como el robo de criptomonedas y fraudes en redes sociales. A medida que la yakuza se enfrenta a su ocaso, las nuevas formas de crimen organizado en Japón presentan un desafío diferente.
En Kabukicho, mientras la yakuza intenta mantener su relevancia, queda en el aire la pregunta de si el país podrá erradicar esta cultura de la delincuencia, convirtiendo el estigma de ser parte de la mafia en un motivo de vergüenza. Al final de la noche, el resplandor del torii rojo marca la salida del barrio, recordando que, a pesar de sus sombras, la historia de la mafia japonesa está en constante transformación.































































