El aumento en la popularidad de los procedimientos estéticos mínimamente invasivos ha traído consigo un riesgo alarmante: la ceguera permanente ocasionada por la inyección de rellenos faciales. Este fenómeno, aunque poco frecuente, ha sido objeto de análisis en congresos internacionales y publicaciones científicas, donde se enfatiza la necesidad de extremar precauciones y garantizar la formación adecuada de los profesionales que realizan estas intervenciones.
Congreso de Medicina Estética: Un llamado a la capacitación
Durante el reciente congreso de medicina estética, que tuvo lugar este jueves y viernes, se discutió ampliamente el peligro que representan los inyectables en manos inexpertas. El evento reunió a más de 50 conferencistas de diversas partes del mundo, quienes coincidieron en que la capacitación es fundamental para reducir los riesgos asociados a estos procedimientos. Según el Dr. Fernando Felice, director médico de Masterhub 2025, “la capacitación y las credenciales adecuadas minimizarán los riesgos para los pacientes, logrando una belleza más natural y sin complicaciones”.
Los sitios anatómicos de mayor riesgo, como se mencionó en la revisión presentada, son la nariz (40,6%), la frente (27,7%) y la glabela (19,0%). El ácido hialurónico es el material utilizado en el 79,6% de los casos, y los síntomas más frecuentes incluyen ptosis (56,2%), oftalmoplejía (44,1%), dolor (31,2%) y cambios en la piel (73,2%). En el 19,2% de los casos, se observan signos similares a un accidente cerebrovascular.
Consecuencias devastadoras y falta de consenso
El impacto de la ceguera por inyectables es devastador, y en más de la mitad de los casos es irreversible. El Dr. Felice destacó que la causa más común es la oclusión de la arteria central de la retina (OACR), que puede ocurrir cuando el material inyectado accede a una arteria facial y, por flujo retrógrado, bloquea la circulación ocular. “Puede ser una mala praxis causada por profesionales sin la práctica o el conocimiento suficientes”, advirtió.
La literatura médica internacional, como el artículo publicado en PRS Global Open en 2024 por equipos de Argentina y el Reino Unido, enfatiza la falta de consenso y protocolos unificados para el manejo de estos eventos. Los autores insistieron en documentar y analizar cada caso de pérdida visual inducida por rellenos dérmicos para mejorar estrategias de prevención y tratamiento.
El análisis de 365 casos recientes reveló que el 68,2% de los pacientes no recuperó la visión, mientras que solo el 6% alcanzó una recuperación completa. Este aumento sostenido de casos reportados de ceguera por rellenos, documentado por expertos canadienses, muestra 511 casos hasta marzo de 2023, atribuidos a la popularización de estos procedimientos y a la falta de regulación.
En cuanto a las opciones terapéuticas, la hialuronidasa subcutánea es la intervención más utilizada, aplicada en el 70,1% de los casos. Sin embargo, ningún tratamiento ha demostrado una tasa alta de recuperación visual completa. La prevención se consolida como la estrategia más efectiva ante la ausencia de tratamientos universalmente eficaces.
“La mejor forma de prevenir complicaciones es acudir a profesionales capacitados, con un profundo conocimiento de la anatomía facial y las técnicas de inyección”, recomendó el Dr. Felice. Se debe considerar el uso de ecografía dúplex como herramienta adicional para visualizar la vasculatura y el depósito de relleno, aunque su adopción enfrenta barreras de costo y formación.
Finalmente, la inclusión de todos los riesgos potenciales, incluida la ceguera, en los consentimientos informados es fundamental, así como el contacto directo con oftalmólogos para una respuesta inmediata ante cualquier evento adverso. La evidencia acumulada coincide en que la recuperación visual completa tras un evento de ceguera por relleno es excepcional, resaltando la urgente necesidad de una mejor preparación y especialización de los equipos de salud involucrados.