La educación en Colombia enfrenta un desafío monumental: mientras algunas instituciones educativas innovan utilizando inteligencia artificial para personalizar los aprendizajes, más de 21,000 escuelas carecen de conexión a internet y 5,000 no tienen acceso a electricidad. Este contraste resalta una desigualdad alarmante que impacta a miles de niños, quienes, además, enfrentan serias dificultades para comprender lo que leen.
Transformación digital y su relación con la educación
En este contexto, la voz de Carolina González, gerenta de Nuevos Negocios Edtech de ETB (Empresa Telefónica de Bogotá), se vuelve crucial para entender cómo la tecnología puede ser parte de la solución. “Cuando hablamos de transformación digital es inevitable hablar de educación”, enfatizó González en un reciente diálogo con Ticmas. Según ella, “en la era de la inteligencia artificial, la situación es dramática: no se trata solo de niños que deben aprender a usar la tecnología, sino de realidades en las que muchos ni siquiera han tenido la posibilidad de conectarse para aprender.”
Ante esta problemática, ETB ha decidido abrir una línea dedicada a la educación, conectando actualmente a 9,000 escuelas en el país. Además, forma parte de un proyecto nacional de centros digitales que busca llevar no solo infraestructura sino también contenidos y plataformas que fortalezcan la enseñanza y el aprendizaje. “Sabemos que no basta con conectividad”, señaló González. “Por eso trabajamos con instituciones de orden nacional para que la transformación digital sea también una transformación educativa.”
Un enfoque más allá de la filantropía
Este cambio de enfoque implica dejar atrás la lógica de la filantropía. “No es un tema de filantropía, es parte del ADN de la compañía y también una oportunidad de negocio”, explicó. En la actualidad, gobiernos y empresas no solo demandan conectividad, sino también soluciones para capacitar a docentes, acompañar a estudiantes y formar empleados en nuevas competencias. “Ofrecer contenidos y herramientas educativas se ha convertido en un diferencial estratégico”, añadió.
El siguiente paso para ETB fue diseñar nuevas formas de medir el impacto de sus programas. “Además de los KPIs tradicionales, estamos implementando otros: si aprendimos o no aprendimos. Creamos un diagnóstico de salud educativa digital, donde identificamos en qué estado está cada institución, trazamos una hoja de ruta para estudiantes y docentes y después medimos si realmente logramos mejoras en la calidad de la educación”, explicó González.
La decisión de ETB responde a una necesidad concreta de las escuelas. “Muchas veces nos dicen: ‘Ya tengo los computadores, pero ahora qué hago. No sé en qué nivel estoy ni qué necesito aprender’. Por eso entendimos que no alcanza con entregar recursos; hay que acompañar y comprobar si ese acompañamiento es efectivo. En este sector hay productos y buenas intenciones, pero faltan evidencias. Nosotros nos hemos puesto en la tarea de generarlas”, afirmó.
Al finalizar la charla, González planteó su visión del futuro educativo: “Primero que todo, un futuro con escuelas conectadas, niños conectados y aprendiendo a usar de manera responsable la tecnología, acompañados por sus padres. El futuro que sueño es uno donde esa brecha se cierre y no una brecha en la cual la inteligencia artificial genere desigualdades sociales más grandes.”