En el mundo digital, todo se basa en bits, representados por unos y ceros. Sin embargo, el código binario que compone nuestras interacciones en línea es más que un simple formato; incluye información sensible como el nombre, la ubicación y los datos financieros de los usuarios. Esta información es crucial para el funcionamiento de Internet y es indispensable para que las empresas se mantengan operativas en un entorno competitivo.
Las empresas dependen de la identificación digital de sus empleados para acceder a recursos y registros necesarios para su operación. Este acceso se hace a través de plataformas digitales que permiten la interacción dentro de un ecosistema corporativo. La tendencia hacia el teletrabajo ha hecho que la identidad digital se convierta en una llave esencial para el trabajo diario.
Con la digitalización, las empresas han ganado competitividad y visibilidad, pero también enfrentan serios retos en ciberseguridad. Uno de los principales desafíos es controlar el acceso a la información por parte de empleados, contratistas y socios comerciales. La autorización de acceso se basa en la clasificación del empleado, que considera su puesto, antigüedad y proyectos en los que participa.
El gerente de Identidad y Seguridad IA de Telefónica Tech, David Prieto, señala que el gran reto en ciberseguridad es adoptar una postura proactiva. Esto implica anticiparse a las amenazas y asegurar que la protección se integre desde el inicio de la digitalización. Aplicar el principio de mínimo privilegio es fundamental para evitar que actores maliciosos accedan a información crítica.
En un contexto donde los datos son considerados el nuevo oro, la ciberdelincuencia ha alcanzado cifras alarmantes a nivel global. En el año 2024, se registraron millones de ciberataques que causaron pérdidas significativas. En España, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) gestionó un gran número de ataques dirigidos a pequeñas y medianas empresas, así como a autónomos.
Grandes corporaciones como Iberdrola, Repsol y Banco Santander también han sido víctimas de brechas de seguridad, lo que demuestra que nadie está a salvo de ciberdelincuentes. Estos ataques no solo amenazan la privacidad de los clientes, sino que también repercuten negativamente en la reputación de las empresas.
Para protegerse, las organizaciones deben adoptar robustos sistemas de verificación de identidad, que cada vez más incluyen autenticación multifactor. Este método añade una capa extra de seguridad, obligando a los usuarios a verificar su identidad mediante un código enviado a su teléfono o correo electrónico personal. Según estudios, más del 99,9% de las cuentas comprometidas no tienen habilitada esta función de seguridad.
Históricamente, los cibercriminales se han enfocado en infectar sistemas mediante malware para robar contraseñas. Sin embargo, las tácticas han evolucionado y actualmente, la mayoría de los ataques se basan en el uso de credenciales válidas. Esto significa que los delincuentes utilizan identidades robadas para hacerse pasar por usuarios autorizados, un método difícil de detectar.
“Los datos tienen valor porque permiten acceder a información aún más sensible”, advierte Prieto. “Sin seguridad, no hay digitalización”. Este enfoque es vital para que las empresas puedan seguir avanzando en un entorno digital seguro.